Copiado de PLAZA PODEMOS:
ecorablog, un comentarista: "El pasado verano salió a la luz el manifiesto Última llamada, firmado entre
otras muchas personas por Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero. En él se cuestiona claramente el crecimiento económico y se plantea la necesidad de abandonarlo porque “hoy se acumulan las noticias que indican que la vía del crecimiento
es ya un genocidio a cámara lenta”. Por tanto creo que será necesario definir con más concreción cuáles son las dificultades para abandonar la actual dependencia del crecimiento económico, y cuáles son
las medidas políticas necesarias para salir de la misma.
Parto de la siguiente premisa: es necesario reducir el nivel actual de nuestra actividad económica de modo que en conjunto consuma menos recursos, haciendo especial
hincapié en los sectores que producen más emisiones de CO2 y que tienen más dependencia de la energía fósil, ya en declive. Ambos factores, calentamiento
climático y pico del petróleo nos conducirán inexorablemente a un deterioro económico que será tanto más profundo
y traumático cuanto más tardemos en organizar voluntariamente el descenso en la producción. Entre tanto el planeta está viviendo lo que ya se conoce como la sexta extinción masiva de especies, esta vez provocada por el ser
humano. Cabe añadir que, a pesar del creciente peso del sector servicios, el consumo de recursos ha seguido creciendo al ritmo de la economía.
Como quiera que habrá varias formas de abordarlo, dejo aquí planteado
el problema y pongo mi punto de vista en el primer comentario.
¿Cuál es la principal dificultad para iniciar el cambio? Yo creo que el mayor obstáculo es recabar el apoyo necesario. Aunque podamos llegar a una toma
de conciencia mayoritaria, nos topamos con la dificultad de que el paro y la exclusión social que provocan la falta de crecimiento económico impedirán que muchas personas apoyen un cese en el mismo. Por tanto, concretando más, la
principal dificultad para que este cambio sea apoyado es la exclusión social que puede provocar.
Sin embargo se trata de una exclusión innecesaria si tenemos en cuenta que la capacidad productiva
va mucho más allá de lo necesario y sirve a consumos superfluos, y si tenemos en cuenta la enorme desigualdad, que no deja de crecer. No
tenemos un problema de crecimiento sino de distribución. No necesitamos crecer más sino distribuir mejor los frutos de la producción, sus costes (en forma de trabajo), y los flujos de materiales y de energía que soportan
la misma, (que deberían verse limitados hasta cumplir con la exigencia de no vulnerar la sostenibilidad ambiental). En consecuencia, serán necesarias dos tipos de medidas que voy a plantear esquemáticamente: sociales y económicas.
1 - Inclusión social
Medidas de no-exclusión: Renta Básica y servicios públicos que eliminen
la posibilidad misma de la pobreza. Hay mucha información y debate sobre esto.
Medidas de integración que, más allá de evitar la exclusión, vayan conduciendo esta especie de gran
reconversión industrial de modo que las personas encuentren nuevos espacios de desarrollo personal en la medida en que sean expulsadas por el mercado laboral: Garantía Pública
de Empleoy protección legal de la autogestión. En contra de los prejuicios neoliberales, la mayoría de las personas no se conforman con
lo mínimo para subsistir y serán reticentes a apoyar el cambio sin la perspectiva de otras formas de desarrollo que puedan tener aceptación social. Tanto la aspiración económica individual como la valoración que la
sociedad hace de cada situación personal pueden ser grandes obstáculos para el cambio. Las dos medidas propuestas podrían facilitar una integración de esa necesidad de “dignidad” por vías no necesariamente depredadoras
de recursos. En el caso de la autogestión, esta permite conformarse con la autosuficiencia, sin necesidad de crecer continuamente o de maximizar los beneficios, como ocurre en las empresas. Por su parte la GPE puede cubrir actividades de regeneración
ecológica que no son rentables para el mercado, e incluso puede actuar en asociación con el voluntariado, de modo que las personas decidan a qué dedicar sus esfuerzos.
2 - Disposición de recursos públicos.
Como quiera que el mercado sólo tiene en cuenta el criterio de la rentabilidad, (con gran indiferencia hacia los problemas sociales y ambientales),
resulta evidente que el gran cambio debe ser pilotado desde la gestión pública; debe ser gobernado. Además de exigir que esta gestión sea totalmente transparente y democrática, será necesario definir las nuevas formas
de disponer y administrar los recursos públicos.
Medidas de redistribución clásicas: revertir el proceso de las últimas décadas y aumentar severamente la tributación a las grandes
fortunas, las rentas altas y las rentas del capital.
Nuevas medidas de gestión necesarias: implementar una fiscalidad
ecológica que grave el uso de recursos naturales, (con lo cual se presiona a todo el sistema productivo hacia los modos de producción menos consumidores de recursos); y eliminar ese gran cuello de botella de la economía que es
la intermediación bancaria en la creación de dinero, (con lo que esta función crucial queda supeditada a sus intereses privados).
La creación de dinero debe ser prerrogativa del estado y debe emitirse sin deuda, (a través de los servicios públicos, que
ahora incluirían la GPE). La emisión de dinero en forma de deuda con intereses es una de las mayores presiones que nos encadenan al crecimiento económico. Por ello es necesario difundir la alternativa del dinero
positivo. Cabe resaltar que ahora el objetivo de la nueva recaudación lograda no ha de ser una reactivación keynesiana del crecimiento económico (insostenible desde todos los puntos de vista) sino la equidad y la justicia social dentro
de la sostenibilidad ambiental, ajustando la actividad económica a la biocapacidad del planeta.