Cuando un guerrero iroqués moría en combate, su nombre quedaba maldito, y durante varias generaciones nadie podía ser llamado
así hasta que el juez de su clan lo estimara conveniente. Castigar la memoria de los caídos nos resulta tremendamente ajeno, y revela enormes diferencias culturales: El deber primordial de un guerrero es sobrevivir... Y hablamos, no se olvide,
de uno de los tres o cuatro ejércitos autóctonos más poderosos de las guerras coloniales norteamericanas.
Y hoy no hay aphoto: Hoy bandera.