El otro día hicimos una charla en el local social de Galifa sobre ecología, permacultura y cosas
de esas. Proyectamos un montón de imágenes sobre una pared blanca, por que la pantalla de que disponíamos era pequeña. Para hacer sitio tuvimos que quitar un aphoto enmarcado que hay allí colgado, de un almendro en flor...
Vaya una metáfora ¿No? Y es que por muy guapos que sean estos árboles, no deber...íamos olvidarnos de que son objeto de un cultivo excluyente y degradativo,
que mantiene bajo mínimos la calidad ecosistémica y la productividad en amplios territorios del Sureste y de todo el ámbito mediterráneo...
Tras la charla nadie se acordó del cuadro y se quedó arrumbado sobre
una mesa. Tuve que volver a recoger algo que, en uno de mis clásicos despistes, había dejado olvidado, lo vi y lo volví a colgar. Mientras lo hacía pensé que los de su especie tienen un lugar en los ecosistemas productivos
que proponemos, pero bastante alejado del protagonismo avasallador que nuestros antepasados les dieron.
En la foto dearriba se ve de un bosquete de almendros espontáneos que se está desarrollando en la sabana experimental de La Fuente
Vieja, sobre una antigua rambla que fue roturada en su día, pero al dejar de labrar está de regreso: Se lo han ganado por mérito propio... Rewilding, que se llama.