La tendencia general es más y más calor, y una creciente irregularidad interanual de las precipitaciones. Por lo que respecta a los pinares, esto determinará la transformación de manchas selváticas
en sabanoides, de estas últimas en estepas arboladas y en casos extremos la desaparición total del pino en matriz. En el monte bajo observamos ya la sustitución de garrigas de perennifolios y de caducifolios inversos, así como de
los herbazales perennes, por matorrales cada vez más estépicos y prados de herbáceas anuales. Dos reflexiones al hilo de esto: No tiene mucho sentido empeñarse en plantar pinos donde se sabe que dentro de pocos años ya no
tendrán encaje, y que no se nos olvide que el princioal activo de biodiversidad del Sureste Ibérico está en el monte bajo, no en el arbolado, y con abismal diferencia.
J.Ramon Rosell