Como los pinos y muchas especies del género Acacia, entre otros, la mayoría de los Eucalyptus son árboles pioneros sobre quemadas y zonas con erosión intensa, cuyas funciones son restaurar a toda prisa la cubierta
vegetal y el suelo orgánico. Son por eso de crecimiento rápido y de hojarasca bastante resistente a la descomposición: Han de actuar en circunstancias en que la cantidad tiene prioridad sobre la calidad... Sin embargo, pasados dos o tres
lustros ese suelo orgánico extremadamente estable y poco generoso cambia radicalmente y se convierte en el mejor encaje para olivos, algarrobos, carrascas, alcornoques, robles, hayas o castaños. Y pasadas tres o cuatro décadas, de no mediar
nuevo incendio o evento erosivo, el bosque titular empezará a sustituir al bosque pionero... Tanto es así que los ecólogos australianos calculan la frecuencia media de incendios de cada zona, en función de la proporción de
eucaliptos en las masas forestales sobre grandes extensiones de territorio. La mala prensa que suelen tener los árboles de crecimiento rápido se debe al uso abusivo que se ha hecho de ellos en silvicultura industrial, plantándolos muchas
veces después de arrancar bosques de Quercus; por ejemplo; con el consiguiente desastre ecológico, y la ruina de las microeconomías locales asociadas.