Hoy toca hablar de Permacultura desde una perspectiva concreta e histórica.Resulta que en el mundo angloparlante, que es de donde viene el invento, los estudios, cursos e investigaciones en Permacultura más
interesantes suelen ser tesinas de fin de carrera, estudios de postgrado o tesis doctorales a cargo de biólogxs, ambientólogxs, agrónomxs, médicxs, arquitectxs y otrxs tituladxs superiores. Aquí no: Aquí la Permacultura
entró como una gracia más de los movimientos New Age, y los profesores diplomados que podrían haber puesto orden, prefirieron rodearse de pandillas de graciosos antes que debatir en igualdad con quienes queríamos más nivel
tecnocientífico que golpes de intuición, inspiraciones espirituales y rollos maniqueos. Así va el asunto... Nada que objetar respecto a la gente que se monta un huerto y practica en él estrategias de Permacultura: Sean cuales sean
sus circunstancias, pasados un par de años nos suelen dar lecciones acerca de jugadas concretas a quienes llevamos ya décadas con estos trajines, pero lo que más abunda es lo otro...
Una de
las ideas científicas que cuesta más trabajo asimilar en relación con la Permacultura es la distinción entre suelo orgánico y tierra mineral. Esta última, como su nombre indica, vale para obtener productos minerales:
Cal, yeso, cerámicas, vidrios, cobre, hierro... En cambio el suelo orgánico es el que aporta los nutrientes necesarios para el desarrollo de los vegetales. El 98% de estos nutrientes son hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno,
que proceden del agua y de la atmósfera, y se incorporan al suelo en forma de restos vegetales y animales. El 2% restante, que sí que viene de la tierra mineral, es arrancada a ésta por el ataque químico del suelo orgánico
en ecosistemas pioneros, y luego ya en ecosistemas maduros son reciclados una y otra vez, y ni falta...
Cuesta trabajo asimilar esta idea por que choca con una creencia atávica, ancestral y con fuertes implicaciones
emocionales, que desde una perspectiva científica resulta radicalmente absurda: El mito de la fertilidad de la tierra... Ésta, la fertilidad, sería una "cualidad intrínseca" que emanaría de "la esencia de la tierra", un bien
escaso del que las plantas se apropiarían al crecer y que convendría devolver a la tierra mediante rituales como el fuego, la labranza o el compostaje. Este último suele ser inocuo y sólo supone derroche de trabajo, pero los otros
dos resultan desastrosos y son responsables del deterioro de los suelos orgánicos y de la vegetación en gran parte del planeta, y de la pérdida acumulativa de productividad del territorio, con todo lo que esto implica... El que sea posible
oír decir a agrónomos y biólogos que "la tierra es un organismo vivo" o que "las plantas son frutos de la tierra", se debe a que es una idea subyacente, que sigue ahí mientras no es puesta en cuestión de forma activa, directa
y contundente. Esto es estrictamente necesario, por qué nos va a ir muy mal si no entendemos y asumimos pronto que, como decía, las plantas se alimentan en realidad de restos de otras plantas. O si no, de productos quimicos de síntesis,
cuya fabricación consume cantidades enormes de energía...
Aunque formula principios éticos y operativos para alcanzar a gente sencilla, con escaso nivel de formación tecnocientífica,
la Permacultura no se basa en principios sino en datos: Éstos provienen de la ecología y de otras ciencias biológicas, de la termodinámica, de una amplia gamas de ingenierías, de la metodología del diseño y
de la teoría de sistemas generales... Su objetivo es crear ecosistemas, sistemas tecnológicos y paisajes habitables que provean todas las necesidades humanas de la forma más barata, eficiente y duradera, y en el menor radio geográfico
posible. Y no es por capricho: La energía concentrada y barata se termina sin remedio, y vamos a tener que arreglarnos con fuentes dispersas y de baja potencia, que dejarán poco margen de maniobra a gracias y pejigueras. Cuando proponemos algo,
estamos muy lejos de querer establecer normas de obligado cumplimiento. Esto lo haría la propia sociedad, directamente o a través de las instituciones públicas, si la situación termodinámica, ecológica y socioeconómica
alcanzase niveles extremos de gravedad que lo hicieran imprescindible... Esperemos que no llegue a suceder... Lo que en realidad hacemos es proponer estrategias que permitan a las personas, familias, comunidades, instituciones y empresas mejorar sus condiciones
de vida, su productividad o su posición en los mercados. Por que, entre otras cosas, hemos llegado a la conclusión de que a diferente plazo según los casos, aplicar estrategias permaculturales u otras equivalentes, determinará la
diferencia entre ser viables o no serlo.