Proponemos restaurar los ecosistemas degradados y en el menor tiempo posible con la máxima eficacia. La labranza ha alterado los relieves naturales y el exceso de regadío y los fertilizantes,
sin biomasa que los retenga, ha hecho que los acuíferos subterráneos de la cuenca del Mar Menor sean un almacén de nutrientes que fluyen lentamente hacia la laguna. Restaurar un ecosistema degradado es reparar una máquina que se
ha roto. Por tanto, hay que diseñar una estrategia. No vale simplemente llegar y plantar la vegetación natural que había antes por muy bienintencionado que sea el propósito. Hablamos de un trabajo de ingeniería en toda regla.
Primero arreglar los relieves. Las tecnicas de línea clave resuelven esa cuestión. Con ella se persigue utilizar los relieves naturales para guiar los cursos de agua en superficie con la mínima erosión y las máximas ventajas
para las plantaciones que se hagan posteriormente. Luego viene la cuestión de plantar biomasa. La referencia a los cordones es un diseño de permacultura pero hay muchos otros. La cita es solo un ejemplo. El diseño en permacultura
se adapta al ecosistema natural y de hecho intenta imitarlo lo máximo posible porque es lo más eficaz y rentable. La elección de especies tiene que contemplar todas las posibilidades. Se trata de una matriz factorial compleja pero que
la tenemos muy bien estudiada y comprobada para nuestro ombrotipo y termotipo aquí en el sureste y toda la gama de sucesión para cada variante. Y luego está la cuestión del agua. Y aquí es donde entra la solución a
la eutrofizacion del agua del Mar Menor. Alternando especies leñosas que crecen sin problemas con aguas salobres, y hay numerosos ejemplos de ello por toda la ribera de la laguna, y cultivos, el excedente de nutrientes procedente de estos sería
absorbido por las primeras. Estamos preparando un documento sobre todo este amplio tema.
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