Herramientas para interpretación del paisaje

Dibujo y texto por J. Ramón Rosell Peñalver

PATRONES ECOSISTÉMICOS


Herramientas para la interpretación del paisaje natural en el Campo de Cartagena, la cuenca del Mar Menor y el litoral de la Región de Murcia.

SITUACIONES DE REFERENCIA.

En zonas planas, la vegetación de máximo desarrollo viene determinada por el clima y el microclima, y por la naturaleza mecánica y química del sustrato mineral. También pueden influir bastante pequeñas alteraciones de relieve que, en general, pueden pasar desapercibidas. En relación con la disponibilidad general de humedad podemos hablar de tres ombroclimas en esta comarca: Semiárido inferior, semiárido superior y seco, ordenados por sequedad decreciente. Y según las temperaturas pueden distinguirse tres grandes termoclimas: Inframediterráneo, termomediterráneo inferior y termomediterráneo medio.

Un caso central.

Garriga difusa de perennifolios aletargables con caducifolios inversos, sobre matorral de desecables y herbazal perenne, en ombroclima semiárido superior y termoclima termomediterráneo inferior.

En una hipotética llanura perfecta, de transición entre semiárido inferior y superior, y en termomediterráneo medio, con sustrato de permeabilidad intermedia; tal como el llamado "suelo franco"; corresponde una garriga dominada por arbustos de follaje perenne y con capacidad de letargo; de alrededor de dos metros de altura; con matas desecables que rara vez superarían el metro. Y un estrato herbáceo; en general de menos de medio metro; donde coexisten perennes de rizoma o de bulbo y anuales, con un estrato arbóreo muy disperso... En este hipotético paisaje, las tenues diferencias de relieve se distinguirían mejor por su cubierta vegetal que por observación directa: Además de las lógicas diferencias de masa vegetal en altozanos y depresiones, favorable a estas últimas, la proporción de herbáceas respecto a matas, sería inferior en los primeros, según mecanismos que veremos posteriormente, en otras entradas... Las localidades de Tallante y Fuente Álamo, así como la zona comprendida entre ellas, pueden considerarse como caso de referencia al respecto.

Variantes cálidas.

Vegetación de inframediterráneo entre semiárido inferior y árido: Cobertura discontinua y predominio de caducifolios inversos.

En el litoral sur de la Región de Murcia, las colinas rocosas caen directamente al mar dejando entre ambos pequeñas calas, estrechas llanuras litorales y algunas desembocaduras torrenciales como los puertos de Portmán, Cartagena, Portús, Mazarrón y Águilas. La proximidad del mar y la protección de las colinas genera condiciones hipertérmicas, que permiten hablar de termoclima inframediterráneo en casi toda la fachada litoral, con ausencia casi total de heladas y una aportación de nieblas marinas que amortigua los excesos del verano... En la localidad de Galifa-Portús, el semiárido es claramente inframediterráneo y la garriga de perennifolios con capacidad de letargo sobrevive presionada por arbustos caducifolios verdes en "invierno", debido a que esta estación aquí no merece tal nombre: Sería más propio hablar de un ritmo de dos períodos anuales, húmedo y seco, de alrededor de seis meses cada uno. Tomando en cuenta que durante el período húmedo, las temperaturas bajan "un poco"... La comunidad vegetal correspondiente; que ocupase una hipotética llanura extensa, perfectamente plana y de sustrato franco; sería una garriga caducifolia salpicada de perennifolios con letargo, escaso arbolado y un predominio casi absoluto de los herbazales sobre los matorrales.

Estepas del Sureste Ibérico.

Matorral de carga-descarga con esqueletos de matas quemadas en el último incendio, hace ya más de una década. Semiárido inferior en termomediterráneo medio.

Hacia el oeste, siguiendo la línea de la costa, las medias anuales descienden, y entramos así en el ombroclima semiárido inferior, mientras que los termoclimas termo e inframediterráneo se entremezclan, según la proximidad del mar, la altitud y la protección que las colinas ejerzan ante los vientos más fríos. En la llanura tipo correspondiente a estos lugares la garriga; con elementos perennifolios dominando en termo y caducifolios inversos en infra; forma redes difusas sobre un matorral estepoide, que constituye un ejemplo típico de ecosistema en ciclo corto de carga y descarga: Podemos dividir las especies de matas que lo componen en dos apartados generales, las que resisten al fuego y rebrotan de base tras los incendios, y aquellas otras que mueren y deben producir nuevas plantas para recuperar el sitio. Tras un incendio sólo quedan las primeras, acompañadas por diversos tipos de herbáceas perennes que, en lugares y años de sequía invernal moderada, pueden experimentar cierta expansión. Las matas no resistentes al fuego tardan varios años en reinstalarse, y durante ése tiempo la cubierta vegetal es discontinua y lo incendios no son posibles. Hasta no hace mucho, la gente incendiaba el monte con regularidad, este tipo de ecosistema predominaba en casi todos los lugares que no eran campos de labranza y, en general, solo sobrevivían los elementos de garriga más resistentes al fuego. El ciclo era entonces de entre cinco y diez años... Desde que son combatidos los incendios, los matorrales de carga y descarga están siendo sustituidos por la vegetación titular en las zonas de semiárido superior que ocupaban; es decir, por garrigas densas más o menos arboladas; mientras que en el semiárido inferior exhiben una gran estabilidad. Todo hace pensar que en condiciones naturales hablaríamos de ciclos de hasta cincuenta años, o más.

Por los desiertos de Europa.

Aridal climático en termomomediterráneo sobre sustrato arcilloso.

En los cabos Tiñoso y Cope, el nivel medio de lluvias anuales desciende, y encontramos en sus proximidades pequeños pero auténticos aridales que, junto a los más extensos que están en el litoral almeriense, son los únicos desiertos del continente europeo que existen por determinación climática. Otro tipo de desierto natural, o casi, propio del Sureste Ibérico se debe a la existencia de sustratos de marga muy arcillosa e impermeable en ombroclima semiárido, que reduce la disponibilidad de humedad en estación seca al favorecer las pérdidas por evaporación. En ambos casos la vegetación es una estepa discontínua, no hay incendios y, de no mediar agresiones de otro tipo, la vegetación alcanza su máximo desarrollo y permanece en dicho estado por tiempo indefinido. Aquí el dominio de las matas desecables resulta casi absoluto y sólo les acompañan ciertas herbáceas de bulbo, cuyas partes aéreas desaparecen por completo en tiempo seco, y las arbustivas de garriga más pequeñas y resistentes. Parece, sin embargo, que en muchos lugares con sustrato margo-arcilloso, la vegetación va creciendo y cerrándose progresivamente al haber disminuido la presión de pastoreo, abonando así la opinión de que incluso estos lugares acabarían regenerándose y albergando la vegetación que por clima les corresponda, pero para ello harían falta muchas décadas sin grandes perturbaciones.

El ecotono forestal.

En semiárido hay al menos un período de sequía propiamente dicha que fuerza al repliegue de los vegetales. Los arbustos perennifolios con capacidad de letargo tienen dificultades incluso para compensar las leves pérdidas de humedad que sufren cuando están inactivos, por lo que suelen necesitar estrategias complementerias. Entre éstas está la de extender las raíces mucho más de lo que ocupan sus partes aéreas, de forma que estas últimas no suelen cubrir el cien por cien del terreno y dejan espacio entre cada pie, que es ocupado por matas desecables e hierbas. La transición del ombroclima semiárido al seco no siempre puede determinarse en función de la precipitación media anual, ya que puede suceder como en el caso de las proximidades del cabo de Palos, donde; a pesar de que llueve mucho más que en casi todo el resto de la zona de estudio; los inviernos son muy cálidos y las medias de precipitación de primavera y verano muy bajas, con lo que la sequía estival se hace muy intensa y a todos los efectos el ombroclima es semiárido. En realidad, dicho tránsito viene marcado por la ausencia de sequías, de forma que al menos las aletargables menos exigentes pueden obtener humedad de compensación suficiente en el lugar que ocupan sus partes aéreas. El resultado es una cubierta densa de garriga muy arbolada o de verdaderos bosques... Se puede discutir mucho sobre hasta que punto una garriga arbolada es o no etapa previa al desarrollo del bosque en cada lugar concreto, o por el contrario constituye la cubierta vegetal definitiva: Los plazos de sustitución son muy largos, lo que dificulta las comprobaciones, y además hay que tener en cuenta que el propio desarrollo vegetal puede mejorar sensiblemente la retención de humedad, creando condiciones favorables a plantas de menor resistencia...

Hay señalados varios enclaves de ombroclima seco en la sierra litoral de Cartagena, en La Muela, en La Unión, Atamaría, y puede que haya muchos más, pero en gran parte su existencia viene condicionada por el relieve... Aunque parece haber contradicción de datos de precipitación entre diversas fuentes, o al menos en la forma de presentarlos, puede considerarse como de ombroclima seco gran parte de una estrecha franja de llanura situada al norte de la sierra oriental de Cartagena, que se puede tomar como caso de referencia. En esta zona, el desarrollo y la configuración de la vegetación sugiere que estamos en una zona de clima forestal, o poco menos... Por lo que se refiere a las temperaturas, toda esta franja queda dentro del termotipo termomediterráneo inferior, lo que, debido a mecanismos sobre los que escribiré más adelante, resulta favorecida la hierba en perjuicio de las matas. Esto hace que la comunidad vegetal resultante, la garriga forestada, pueda sabanizarse fácilmente bajo una moderada presión de herbívoros, y convertirse en algo parecido a una dehesa con predominio de árboles, grandes arbustos e hierbas perennes...

Fondo de valle en termomediterráneo inferior y ombroclima semiárido: La concentración de aguas crea localmente condiciones entre secas y subhúmedas. En primer plano garriga densa y alta de caducifolios inversos, y al fondo bosque de perennifolios aletargables.

Bosques mediterráneos.

A medida que avanzásemos hacia el interior; del termomediterráneo medio en adelante; una hipotética masa de garriga forestada seca contaría con mayor presencia de matas y menos protagonismo de las herbáceas, y el resultado de la presión de herbívoros sería más un matorral arbolado que una sabana. Pero en el Campo de Cartagena esto no se da en llanura como correspondencia directa con el clima, por que las lluvias disminuyen hacia el interior, de modo que no hay caso real de referencia. Aún así conviene establecerlo de forma teórica por que, como veremos más adelante, estos mismos patrones pueden aplicarse a ciertas riberas, vaguadas y depresiones, donde los flujos superficiales o subterráneos de agua producen incrementos moderados de la humedad disponible. Y así las condiciones resultantes concuerdan con las necesidades de las garrigas forestadas y de los bosques de perennifolios aletargables.

Respecto a las comunidades forestales propias de los ombroclimas seco superior, subhúmedo y húmedo, sólo cabe una aproximación teórica en nuestra zona de estudio, ya que aquí no hay condiciones climáticas capaces de darles encaje en llanura extensa, pero conviene tomarlas en cuenta por idéntico motivo que a las del caso anterior, las del termomediterráneo medio y ombroclima seco: Al avanzar hacia ombroclimas de grado superior, además de aumentar la densidad y la altura del arbolado, éste contendría cada vez más elementos poco resistentes a la escasez de humedad. Hablamos en concreto de perennifolios con poca o nula capacidad de letargo; los llamados lauroides; y de caducifolios típicos verdes en verano. Los primeros tienden a dominar en zonas de termoclimas cálidos, mientras que yendo hacia los más fríos la ventaja competitiva corresponde cada vez más a los segundos...

El reparto del espacio en vertical dentro de los bosques mediterráneos sigue un patrón general según el cual los árboles mayores son a la vez los más resistentes y bajo éstos se cobijan varios estratos de árboles y grandes arbustos, siendo los más bajos los que contienen las plantas más delicadas y más dependientes. Esto se observa incluso en bosques de transición de zonas muy lluviosas de otras regiones, donde caducifolios típicos y lauroides viven protegidos por uno o varios estratos de perennifolios aletargables mucho más altos. Se ha sugerido que esta misma configuración corresponde a zonas de clima ya claramente atlántico, en las que el verano sigue siendo; como en los climas mediterráneos; la estación menos lluviosa. Según estas opiniones, si en los bosques de Europa Occidental las hayas, los grandes caducifolios típicos ocupan el estrato más alto, es por que en nuestro continente se extinguieron los perennifolios gigantes que, sin embargo, siguen existiendo en Norteamérica, y forman el estrato superior de los bosques oceánicos templados de la Columbia Británica, el estado de Washington y el de Oregón.

VARIANTES DE SUSTRATO Y RELIEVE.

Con lo expuesto, completamos la matriz básica sobre la que ubicar las variantes de marco ambiental y comunidad biológica correspondientes a la zona de estudio (Recordemos: Campo de Cartagena, cuenca del Mar Menor y litoral meridional de la Región de Murcia)... A la hora de definir variantes locales surge una duda: Partir del relieve o, alternativamente, de la naturaleza del sustrato mineral: El primero es más directamente observable y permite una consideración más objetiva y permanente, el segundo tiene efecto condicionante sobre las comunidades vegetales en zonas degradadas, pero a medida que la vegetación y el suelo orgánico se desarrollan, al avanzar la sucesión biológica, sus propiedades mecánicas e incluso algunas de las químicas son neutralizadas. Ya he hecho referencia a las variaciones casi imperceptibles de relieve que podemos encontrar en las llanuras, y a su aparentemente desproporcionada influencia en la configuración de las comunidades vegetales de semiárido. Pues bien: Son aún mayores en condiciones áridas, y determinan grandes diferencias entre altozanos y depresiones. Así, además de verse favorecidas las especies arbustivas en estas últimas, los herbazales de anuales que responden con extrema celeridad a las lluvias fuertes y aguantan en semilla los períodos adversos, predominan allá donde se acumulan las aguas y escasean en los lugares que las ceden por escorrentía. Estos efectos son mucho menos aparentes en ombroclima seco, subhúmedo y húmedo, donde suelen resultar, al menos en principio, irrelevantes. Dicho esto, vamos a estudiar las funciones de sustrato aun contando con que en algunos supuestos de trabajo práctico, puede convenir anteponer ciertos aspectos del relieve. Esto último será especialmente ventajoso allá donde el sustrato sea más uniforme, y tanto menos cuanto más complejo y diversificado sea éste.

La mecánica del sustrato.

Partiendo de un sustrato franco, el incremento de la proporción de arcillas reduce la permeabilidad: El agua permanece en la superficie o cerca de ella, es sensible al sol y a los vientos y gran parte de ella se pierde por evaporación. Así, como veíamos en los pseudoaridales de las margas arcillosas, las condiciones de partida corresponden a las de un ombroclima de grado inferior al que, en teoría, habría de venir determinado por el clima. Pero las cosas cambian al avanzar la sucesión biológica: al acumularse suelo orgánico superficial y ser penetrado el sustrato mineral por bulbos, rizomas y raíces, aumenta la permeabilidad de las capas superficiales, disminuyen las pérdidas por evaporación y sigue sin haberlas por infiltración hacia capas profundas, por lo que la economía del agua acabará siendo óptima tras, eso sí, un proceso de regeneración que puede durar varias décadas... Un efecto parecido tiene lugar sobre arenas, gravas o rocas grandes fisuradas, cuando están sobre capas impermeables cercanas a la superficie o sobre acuíferos accesibles, pero en estos casos la economía del agua es condición de partida, determinada por la estructura del sustrato mineral, y no depende del desarrollo sucesional de la vegetación y del suelo orgánico... En otros casos, un sustrato de alta permeabilidad hasta profundidades grandes, saca gran parte del agua del alcance de las plantas más pequeñas, de modo que los estratos de herbazal y matorral correspondientes se ven muy mermados, tanto en altura como en densidad y composición. Es también una situación transitoria por que, aprovechando series de varios años anormalmente húmedos, ciertos árboles y grandes arbustos muy resistentes, pueden crecer, acceder a la humedad contenida en esas capas profundas y ponerla en circulación, con lo que las condiciones ambientales en superficie y la vegetación correspondiente, mejoran de forma sensible. Volveremos más adelante sobre las complejas variantes ambientales y de vegetación que se dan sobre rocas fisuradas...

Composición química.

La naturaleza química del sustrato mineral puede tener relación más o menos directa con su permeabilidad, pero no resulta determinante. Diferentes materiales como las calizas y otros carbonatos, los yesos, la sílice y los silicatos son preferidos por unas u otras especies, de modo que éstas pueden ser utilizadas como indicadoras y al contrario: Deben tener prioridad a la hora de revegetar los terrenos con cuya composición se corresponden... Se han descrito efectos térmicos diferenciados de rocas compactas en relación con la inercia térmica de los materiales que las componen, y al menos concuerdan con los datos de observación en un caso: La comparación entre zonas similares y próximas, pero de sustrato calizo y silíceo respectivamente, da mayor abundancia de plantas poco resistentes al frío en la primera de estas dos situaciones. Siempre que se mantenga por debajo de un cierto nivel, la salinidad cuenta casi exclusivamente como limitador de la humedad disponible, aunque unas especies vegetales la toleran mejor que otras. Por encima de esos niveles, la salinidad se convierte en factor con entidad propia, y en los terrenios afectados sólo pueden instalarse plantas con adaptaciones especiales, sobre las que trataré más adelante.

Estructuras y funciones de relieve convexo.

Por lo que respecta a los relieves del terreno, hay que decir que éstos generan variantes de diferente alcance, a partir de sus respectivos caso de referencia (recordemos: Hipotéticas llanuras perfectas, en diferentes situaciones termo y ombroclimáticas). Las más simples son las de las laderas más uniformes, de superficie plana o convexa; ya sea ésta cónica, esférica o elíptica; y sin discontinuidades importantes. En ellas operan las pérdidas por escorrentía; en función directa de la pendiente; y el parámetro insolación-sombra; que depende a su vez de la combinación de orientación y pendiente, y afecta sobre todo a las temperaturas y a las pérdidas de humedad por evaporación. A menor escala, los relieves convexos más pronunciados, tales como vértices y aristas, determinan fuertes pérdidas de humedad y mermas consecuentes en la altura y densidad de la vegetación. Ocasionalmente conviene también tener en cuenta los reflejos de laderas soleadas, situadas al norte de otras sombrías, así como sus efectos de protección ante vientos fríos: Las temperaturas invernales de éstas últimas pueden verse sensiblemente incrementadas. Por otra parte, aunque no hay grandes elevaciones en la zona de estudio, se observan incrementos significativos de pluviosidad en las cotas más altas de las sierras. Valga como ejemplo Peñas Blancas, que supera los seiscientos metros y La Muela, con algo más de cuatrocientos: Ambas están rodeadas de terrenos con ombroclima semiárido inferior y sin embargo, las proximidades de sus cumbres respectivas son de condiciones secas, con tendencia a formar garrigas densas de perennifolios aletargables.

Las laderas de componente sur y de cierta inclinación, dan encaje a comunidades propias climas más áridos y cálidos que el clima matriz correspondiente a cada caso. Las de orientación neutra se corresponden con climas más áridos pero de termicidad equivalente. Las de componente norte, si está en posición aislada, a condiciones climáticas más frías y de humedad ligeramente inferior o equivalentes, y las que están protegidas por relieves situados más al norte, corresponden a climas más divergentes: Con algo menos de humedad, inviernos cálidos y húmedos, y veranos hipertérmicos, muy largos y extremadamente secos.

Mosaicos vegetales de lomas y laderas.

Para el caso general de referencia (Recordemos: En transición de semiárido inferior a superior, y termomediterráneo medio), las porciones de ladera orientadas con mayor componente sur y mayor pendiente albergan aridales, con matorrales esteparios de cobertura discontínua y algún arbusto o arbolillo aislado. Las partes orientadas con menos componente sur, neutras o incluso ligera componente norte, contienen matorrales estepoides incendiables, con posibilidad de funcionamiento en carga y descarga, cuya densidad y altura dependen de la pendiente y de la orientación. En laderas orientadas al norte y no protegidas, las comunidades vegetales suelen ser parecidas a las de la llanura correspondiente, ya sea ésta real o hipotética: Garrigas poco densas y poco arboladas, pero con más abundancia de especies tolerantes al frío y la sequedad, mientras que en situaciones protegidas se refuerza la tendencia sabanoide, con comunidades dominadas por herbazal perenne, garriga caducifolia inversa y perennifolios aletargables de los más resistentes. Parecidos patrones de desviación pueden ser observados en relieves de este mismo tipo, situados en otros ombroclimas y termoclimas.

VARIANTES DE CONVECCIÓN DE AGUAS.

En muchos otros casos el relieve, además de modificar las condiciones locales por pérdida de humedad y por incremento, reducción y redistribución de la radiación solar, tiene como efecto el incremento local de la disponibilidad de agua allá donde esta converge, fluye o se acumula. Las condiciones resultantes se corresponden en estos lugares con las de climas más lluviosos, y albergan comunidades vegetales consecuentes. Éstas pueden evolucionar hasta su estado de máximo desarrollo cuando estas aportaciones extra de humedad no conllevan efectos destructivos derivados de la erosión, la sedimentación y la inundación. Y si estos últimos factores u otros similares tienen incidencia significativa, la vegetación se ve atrapada en ciclos de carga y descarga que la mantienen en fases intermedias de su desarrollo potencial.

Comunidades maduras de zonas de acumulación de aguas.

Subhumedal y humedal en cauce de rambla muy caudalosa, con caducifolios típicos y grandes perennifolios.

Tanto en llanura como en ladera, hay relieves cóncavos en los que las aguas se concentran o fluyen, pero sin excavar cauce. Es el caso de las depresiones pronunciadas, las vaguadas, los cambios de pendiente de mayor a menor en las laderas, y las franjas de contacto entre ladera y plana. Además, en las proximidades de los cauces suele haber franjas de terreno estable, que no suelen verse afectadas por las crecidas, o al menos no padecen sus efectos destructivos de forma notable. En todos estos casos, las condiciones resultantes, de mayor humedad, dan cabida a masas vegetales diferenciadas de la matriz propia de cada caso, y que corresponden a la de ombrotipos de rango superior: Si tomamos como referencia un semiárido inferior termomediterráneo; con matorrales estepoides incendiables; a incrementos crecientes de humedad corresponderán garrigas abiertas o densas forestadas de perennifolios aletargables, parecidas a las de semiárido superior. El bosque mediterráneo; también dominado por perennifolios aletargables pero de porte arbóreo; propio del ombroclima seco. Bosques mixtos; con proporciones más o menos equilibradas de aletargables, lauroides y caducifolios típicos; similares a los de ombroclima subhúmedo. Y en correspondencia con situaciones húmedas e hiperhúmedas, el bosque de caducifolios y lauroides; posiblemente, como veíamos, con capacidad para dotarse de un estrato superior de aletargables gigantes. En termoclima inframediterráneo, los grados de esta escala difieren en algunos aspectos: Al primero corresponde la garriga de caducifolios inversos, y en los dos últimos los lauroides predominarían sobre los caducifolios típicos. Cabe suponer que en formaciones densas de aletargables, tanto arbustivas como arbóreas, del inframediterráneo haya nicho para grandes caducifolios inversos, pero éstos no forman parte de la flora autóctona Europea. En general estas comunidades se configuran como cordones, galerías o franjas, aunque también como núcleos aislados, en función de las estructuras del relieve superficial y también de la dinámica de las aguas subterráneas. Varios factores de incremento de humedad pueden converger en un mismo lugar, como cuando, por ejemplo, el perfil de una vaguada pasa de tener una pendiente pronunciada a otra más suave o discurre por encima de aguas subterráneas próximas a la superficie. En estos casos las condiciones resultantes dan encaje a comunidades vegetales propias de ombroclimas de rango aún más alto.

Complejos de roquedal.

Aridal inframediterráneo sobre terreno rocoso: Matorrales difusos de desecables se distribuyen las laderas según orientación y pendiente. Caducifolios inversos y perennifolios aletargables aparecen muy dispersos en la matriz, y mucho más concentrados en los rebordes inferiores de las masas rocosas, en los cantalares y junto a los cauces, en los que también es posible encontrar lauroides, y algún caducifolio típico de bajo porte.

Las zonas de roca compacta fisurada son caso aparte por lo que respecta la redistribución de las aguas de lluvia: Los lomos de las rocas pierden por escorrentía toda el agua que reciben y ésta se acumula en las fisuras, que pueden ser cubetas cerradas más o menos profundas, rellenas de materiales sueltos, o canales abiertos que lleguen hasta capas más o menos permeables situadas bajo la costra rocosa. Cuando ésta es de naturaleza caliza el agua circula por el subsuelo excavando complejas redes de canales y depósitos, desde los que eventualmente puede salir al exterior o acercarse a él. Esto produce una gama completa y compleja de situaciones ambientales, que da encaje a multitud de comunidades vegetales con las más variadas configuraciones: En semiárido termomediterráneo éstas van desde los líquenes que ocupan los lugares más secos, hasta las formaciones de lauroides y caducifolios típicos que se encuentran entorno a manatiales y surgencias. Pasando por todos los tipos posibles de herbazales, matorrales y garrigas que, en muchos casos, incluyen gran número de especies raras.

El agua como factor destructivo.

Cuando el agua excava cauces, arranca y arrastra materiales, y los deposita más abajo, en lugares donde disminuye la pendiente. En algunos de estos últimos el agua se acumula y persiste durante algún tiempo fluyendo o en reposo, según los casos. Partiendo de las zonas de sustrato estable, más alejadas del cauce pero que aún se benefician de incrementos notables de humedad; donde las comunidades vegetales y el suelo orgánico pueden acercarse a su máximo desarrollo; se encuentran sucesivas franjas que disponen de cada vez más humedad, pero sufren los efectos de crecidas cada vez más frecuentes y destructivas. La primera de ellas no es barrida por las aguas todos los años, y entre cada evento catastrófico, la vegetación se desarrolla hasta alcanzar un porte arbustivo que difícilmente puede ser superado. Mas hacia el centro del cauce las avenidas catastróficas son más frecuentes, la vegetación arbustiva no puede prosperar y es sustituida por matorrales desecables de crecimiento rápido y por herbazales. Éstos últimos pueden dividirse en dos tipos: Aquellos cuyo ciclo biológico se ajusta al ciclo climático general; cuyas partes aéreas se secan en verano; y aquellos otros que crecen en estrecho contacto con el agua, toleran la inundación y el encharcamiento prolongados, y permanecen verdes durante todo el verano o gran parte del mismo, que suelen contener también hierbas anuales y algunas plantas acuáticas de base leñosa, cuyo crecimiento acelerado les permite reponer pérdidas en muy poco tiempo. Los efectos mecánicos de los procesos de sedimentación suelen ser menos violentos y destructivos que los de erosión, y además enriquecen los suelos mediante el aporte de materia orgánica y nutrientes, de modo que las comunidades vegetales pueden desarrollarse más en las zonas bajas de los sistemas fluviales y en tramos de cauce con poca pendiente, donde que predomina la sedimentación sobre la erosión.

Complejos de duna y marisma.

Frente de duna móvil, desnudo en su mayor parte, que avanza sobre una depresión de encharcamiento salino. El pinar del fondo ocupa una zona de arenas parcialmente consolidadas.

Las arenas litorales, que son producto de la erosión de las aguas fluviales y marinas en combinación con los vientos, pueden acumularse en la costa y formar arenales emergidos con una característica alternancia de dunas y depresiones. Las arenas son fácilmente arrastradas por los vientos, por lo que no resultan el sustrato más adecuado para que pueda instalarse y desarrollarse la vegetación, pero se pueden estabilizar en mayor o menor medida, tanto por efectos puramente mecánicos como, más comunmente, como efecto del propio desarrollo vegetal. Su gran permeabilidad reduce al máximo las pérdidas de agua por evaporación y ésta desciende hasta llegar a capas menos permeables donde, según el espesor de la capa de arena, resulta más o menos accesible para la vegetación. Donde terminan los arenales, suelen aflorar esos materiales menos permeables, así como el agua que se acumula sobre ellos, y se forman charcas y marismas. No toda el agua que se acumula bajo los arenales litorales proviene de la lluvia: También del mar; que aporta además su fuerte contenido en sales; y de sistemas fluviales de mayor o menor regularidad e importancia. En este último caso las aguas pueden salir directamente al mar por desembocaduras abiertas, o quedar previamente concentradas en cubetas sin salida, donde gran parte de ella se evapora y aumenta su salinidad.
La vegetación de los sistemas de duna y marisma puede describirse a grandes rasgos empezando por las comunidades herbáceas que suelen ocupar los sustratos más móviles, como las que se encuentran en las playas, directamente por encima de la línea que marca el oleaje, y aquellas otras que ocupan los lomos de duna más batidos por el viento. En ambos casos dominan las plantas pioneras, adaptadas a las adversidades mecánicas y con diferentes grados de resistencia a la sal. Otros herbazales, más parecidos a los de las ramblas, llanuras interiores y colinas, ocupan zonas no tan batidas situadas normalmente en dunas bajas o en las depresiones que hay entre ellas, y también en arenas parcialmente consolidadas por las más pioneras. En ambos casos van preparando las condiciones ambientales para la instalación de matorrales, garrigas y masas forestales, en cuya configuración y composición cuentan el grado de estabilidad alcanzado; o perdido por la irrupción de nuevas masas de arena móvil; la disponibilidad de agua dulce, y también la sensibilidad de las diferentes especies respecto a la salinidad. Ésta última es factor determinante, junto a los ritmos de inundación estacional, en la composición de la vegetación de las charcas y marismas que suelen acompañar a los sistemas de dunas, y la de sus amplias riberas: En las comunidades de estas zonas hay variada gama de herbazales, matorrales, garrigas y bosques, pero suelen predominar matorrales muy característicos de plantas con hojas carnosas y alta concentración de sales en sus jugos internos, a los que genéricamente se llaman saladares. Éstos también se encuentran en depresiones salinas del interior, siguiendo en lo sustancial los mismos patrones.

FUNCIONES A GRAN ESCALA.


Considerando el territorio como conjunto, podemos distinguir varias grandes unidades de paisaje, con funciones específicas y determinadas respecto a la dinámica general: Son las llanuras, los relieves convexos; con las montañas, colinas rocosas y conjuntos de lomas bajas; y los relieves cóncavos, o contrarrelieves; donde se cuentan las depresiones, los sistemas fluviales, las marismas, el Mar Menor; que alternativamente ha sido laguna o golfo; y el Mediterráneo, con sus riberas respectivas.
Las llanuras constituyen el escenario ecosistémico general, en el que se desarrolla el drama evolutivo. Desde hace dos millones y medio de años; cuando empezaró la alternancia de períodos glaciales e interglaciales, las llanuras de la zona de estudio, junto a las de todo el Sureste Ibérico, vienen experimentando vaivenes de temperatura y humedad. En general, éstas pueden considerarse como variaciones sobre un mismo tema, que en comparación con casi todo el resto de la península viene marcado por la aridez y el calor. Durante todo ese tiempo los ecosistemas no han parado de producir especies nuevas; a la vez que acogían a otras procedentes de diferentes climas y regiones; y ensayaban estrategias ecosistémicas cada vez más atrevidas y tejían redes mutualistas cada vez más sofisticadas y eficaces... Y desde hace algo menos de un millón de años cuentan con una especie peculiar: Un mono de dos patas, cazador, pescador y recolector en principio; aficionado a pegarle fuego a todo lo quemable; que empezó hace cosa de siete mil años a remover la tierra para exprimir y dilapidar su capital productivo, que desde hace varios siglos fabrica máquinas cada vez más complejas, y que en las últimas décadas ha consumido enormes cantidades de energía potencial, no renovable, ha incrementado su población sin control ni medida, ha desbaratado ecosistemas a placer, y se ha metido en un lío del que, de una forma u otra, va a tener que salir.
Y el caso es que poco se ha perdido, por que para eso están las estructuras de relieve, tanto convexas como cóncavas, y los roquedos, en especial los de caliza: Para generar condiciones ambientales más secas y más húmedas, más frías y más cálidas, en todas las combinaciones posibles, simulando la más amplia gama de climas pasados y futuros, y dar encaje a los ecosistemas y especies correspondientes, que esperan allí en reserva a que se den de nuevo las condiciones generales que permitiesen a unos o a otros reconquistar las llanuras... Además los ecosistemas de relieves cóncavos, donde se acumula la humedad, realizaron en el pasado importantes funciones como reservas de productividad; donde la fauna se refugiaba durante la sequía estival y otros períodos adversos; y todo hace pensar que el futuro deberán recuperarlas: Los ecosistemas maduros y complejos serán uno de los pilares básicos de la economía del futuro, por que no vamos a disponer de muchos más recursos productivos. Todo cuanto empecemos a hacer para conocerlos, reconstruirlos y gestionarlos de forma sostenible, va a ser poco...

Texto y fotos por J. Ramón Rosell Peñalver

Marivi Godoy 03.10.2015 14:04

Estupendo

Carmen 03.10.2015 14:20

Gracias

Comentarios

28.10 | 23:39

Me ha encantado , ya hablaremos cuando tengas tiempo

06.09 | 00:08

matrix agroganadero, jajaja, toda la razóm. La natura siempre se organi...

01.08 | 10:49

Hola Carmen soy Antonia, quisiera me metas en el grupo de whatsap...

12.10 | 07:31

Increíblemente interesante, voy a estudiarlo en detalle. Gracias.