Uno de los temas más complejos de la permacultura y que más trabajo cuesta entender y manejar es la sucesión. En ecología se llama sucesiones
a los cambios que los ecosistemas experimentan con el paso del tiempo. Hay tres dinámicas generales que suelen cumplirse con muy pocas excepciones: La parte biológica; vegetación, suelo orgánico y fauna; de todo ecosistema tiende
a captar la mayor cantidad posible de energía, es decir: A funcionar a máxima potencia. Tiende a continuación a desarrollarse todo cuanto pueda, acumulando para ello la máxima biomasa. Y tiende también a mantenerse en el
más alto grado de estabilidad, para lo cual, en algunos casos, puede sacrificar algo de desarrollo y biomasa... Hay tres tipos básicos de sucesiones: Progresivas, regresivas y neutras. Las progresivas ocurren cuando una comunidad biológica
crece por que está colonizando un marco ambiental nuevo; en el que no ha habido previamente organismos vivos; también por que ha sido destruida y se está regenerando, o porque el marco ha mejorado por causas naturales o artificiales. Las
sucesiones regresivas, o degradativas, tienen lugar cuando el marco ambiental empeora o cuando un factor destructivo de cualquier tipo opera durante un tiempo suficiente con la intensidad necesaria... Los cambios sucesionales pueden afectar a la configuración
del ecosistema, a su composición de especies o a su aspecto general; es decir, a su paisaje; según sea menor o mayor la intensidad de transformación. Por su parte, las sucesiones neutras suelen tener que ver con cambios de marco ambiental
o con dinámicas internas de la comunidad biológica, de modo que las transformaciones consecuentes no afectan significativamente ni a su potencia ni a su biomasa, sino a su composición y a su configuración, y tampoco suelen alterar
sustancialmente los paisajes.
Un cuarto tipo de sucesiones, de naturaleza compuesta, son las sucesiones cíclicas. En éstas el ecosistema transita por una serie de fases que, a grandes rasgos, se repiten una y otra vez siguiendo patrones identificables. Las sucesiones de carga y descarga cuentan en su ciclo con al menos un tipo de evento catastrófico que destruye biomasa y se repite con cierta periodicidad: Es el caso de los incendios, los desprendimientos de tierra, la erosión-sedimentación, la inundación-desecación, los movimientos de dunas y la labranza continuada, entre otros... Éstos van seguidos de los correspondientes procesos de desarrollo y regeneración, hasta que el factor destructivo vuelve a actuar. Otras sucesiones cíclicas no pasan por eventos catastróficos, o de descarga, y consisten en acoplamientos temporales de sucesiones neutras. Caso ilustrativo son los avances y retrocesos de garrigas, pinares, matorrales y herbazales en marcos semiáridos, en respuesta a las fluctuaciones de humedad y temperatura que acontecen en este tipo de ambientes durante varios años seguidos. Otro; bastante más complejo y difícil de estudiar y utilizar, por que en la actualidad se encuentra casi completamente desestructurado; lo constituyen las sabanas termomediterráneas secas y semiáridas superiores del Sureste Ibérico: Como sucede en los espacios naturales de África Austral, la pastación selectiva y transhumante de las diferentes especies de herbívoros, la presión reguladora y redistributiva de los carnívoros, y otros muchos factores, irían produciendo ciclos y bucles de situaciones que no vamos a poder entender, describir y gestionar hasta que no pongamos en marcha casos experimentales de relevancia...
Desde el punto de vista de los intereses económicos de la gente, todo ciclo de carga y descarga es un desastre recurrente y continuado, del que habría que salir casi que a cualquier precio: La energía que se pierde, por ejemplo, en un incendio forestal o estepario, en una epidemia de tuberculosis bovina o en una roturación de monte bajo, es un recurso que va a ser cada vez más necesario y al que bajo ningún concepto deberíamos renunciar... Con cierta frecuencia, un ecosistema atrapado en una dinámica sucesional de carga y descarga escapa a ésta: Cuando arden un espartal o un pinar en el que esparrageras, palmitos, coscojas, olivos, algarrobos, madroños y otras plantas de fases sucesionales avanzadas hubiesen adquirido ya un cierto nivel de densidad y desarrollo, ni los espartos ni los pinos pueden volver a dominar la situación y, desde luego, no podrían facilitar un nuevo incendio de alta destructividad. El ecosistema entra así en fase madura, se configura como garriga densa, bosque o sabana forestal y alcanza su estado clímax, de máximo desarrollo, máxima estabilidad y... Máxima productividad.
Cuando empezamos un proyecto de permacultura; tanto intensiva como extensiva, en regadío o en secano, para autoconsumo o para vender; lo que hacemos es sacar al ecosistema de una sucesión cíclica de carga y descarga; la labranza repetida; para llevarlo por el camino que conduce a la situación clímax: A las proximidades de los tres máximos que definen la sucesión regenerativa... Las directrices a seguir en estas tareas, vienen determinadas por los patrones de los ecosistemas naturales propios de cada sitio concreto en el que vayamos a intervenir: En inframediterráneo y termomediterráneo; que son los termoclimas presentes en el valle de Galifa y otros lugares del campo de Cartagena y cuenca del Mar Menor; hay tres líneas sucesionales bien definidas: La de nivel más bajo, la esteparia, va desde herbazales anuales o de temporada hacia ecosistemas dominados por herbáceas perennes de bulbo o rizoma; comestibles y medicinales muchas de ellas; y sobre todo por matas desecables entre las que abundan las aromáticas, condimentarias, medicinales, las productoras de miel, y hay también algunas fibrosas y forrajeras. Pasados los años terminaría en una clímax a base de esparragueras leñosas, en la que a veces participan ciertas plantas crasas importadas. La línea intermedia, de sabana seca verde en invierno, pasa de las herbáceas anuales a herbáceas perennes, no necesariamente bulbosas, con verdura dependiente de alta disponibilidad de nitrógeno soluble, rica en proteínas, y más tarde a pastos densos, fibrosos y mucho menos nitrófilos, sobre los que se desarrollan pinares en general abiertos. También estratos arbustivos y arbóreos típicamente mediterráneos, siempre verdes o de caducifolios verdes en invierno. La superior; que se corresponde con humedales, sotos de rambla muy caudalosa o huertos bien regados, cuenta además con el desarrollo de herbáceas anuales de verano desde las fases iniciales. Éstas tienden a ser sustituidas posteriormente por herbáceas perennes, tanto de ciclo estival como invernal. Más adelante se desarrollan masas vegetales de altura media, con diferentes proporciones de hierbas gigantes y arbustos, que poco a poco van dando paso a bosques de subhumedal o humedal. En éstos suele haber árboles muy altos de hoja perenne y con capacidad de letargo, tanto autóctonos como importados, y otros de menor talla tanto caducifolios típicos, verdes en verano, como siempre verdes que no pueden aletargarse y, por lo tanto, no soportan la sequía.
En la práctica la clímax sólo suele alcanzarse en islas pequeñas, donde no hay espacio suficiente para animales grandes y, por razones obvias, las posibilidades de incendio son muy escasas. También en pequeñas repisas y gargantas de acantilados rocosos con acceso casi imposible. Estos dos tipos de lugares suelen ser valiosas reservas biológicas, llenas de especies raras... En el resto de los casos, diversos factores frenan o retrasan parcialmente el progreso de las sucesiones: Los incendios generan ciclos de carga y descarga que favorecen a plantas capaces de resistir el fuego, y también a aquellas otras que, aun muriendo, dejan semillas bien adaptadas a crecer sobre la ceniza. La erosión de laderas empinadas impide que en éstas se desarrolle el suelo orgánico y da ventaja a plantas pioneras capaces a instalarse y desarrollarse sobre tierra mineral. En los cauces los procesos combinados de erosión y sedimentación desestabilizan el suelo y destruyen vegetación: Según la intensidad de impacto, el bosque clímax titular puede verse sustituido por otro a base de especies de crecimiento rápido, por comunidades más bajas, tipo jungla, o por prados perennes de ciclo invernal o mixto. En riberas de marismas, charcas y arroyos estables puede haber encaje para herbazales perennes con un ciclo más escorado hacia el verano, mientras que la fuerte alternancia de encharcamiento y desecación suele dar encaje a herbazales anuales, que aprovechan la humedad que conserva el terreno al retirarse estacionalmente las aguas. También a plantas perennes que toleran tanto la inundación como diversos grados de escasez de humedad... Cuando un ecosistema forestal subhúmedo o seco cuenta con una comunidad completa de fauna que incluya, junto a los herbívoros y carnívoros habituales, grandes fieras y paquidermos, no se configura como bosque sino como sabana más o menos arbolada: Los arbustos desaparecen casi por completo, las copas de los árboles no suelen tocarse, éstas son desprovistas de sus ramas bajas y la hierba permanece recortada. En tales condiciones la destructividad de los incendios es mínima: Solo arden las partes superficiales del herbazal, no se alcanzan altas temperaturas y son muy pocos los árboles que llegan a sufrir daños importantes... Es un caso típico de pérdida moderada de biomasa con notable ganancia en estabilidad.
En campos de secano de clima mediterráneo, el diseño permacultural persigue la implantación de dehesas de diferentes tipos, adaptadas a las condiciones locales. Éstas constan de monte bajo, con diferentes proporciones de hierbas y matas, y de varios estratos arbustivos y arbóreos en general abiertos. Para intervenir sobre terrenos muy degradados se recomienda dar una última labrada, mediante la que se remodelen los relieves para reducir la erosión al mínimo, se fertilice, y sean sembradas plantas herbáceas y matas acordes con las características del sitio y con las producciones que esperemos de él. El diseño de la correspondiente mezcla de semillas es de importancia decisiva, por que al hacerlo podemos programar una sucesión progresiva a medio y largo plazo: Existe la posibilidad de segar todo cuanto crezca año tras año y acumularlo sobre el terreno para acelerar la formación del suelo orgánico, con lo que pasados alrededor de cinco años tendremos el lugar preparado para una plantación masiva de arbolado. Otra opción es aprovechar el desarrollo del herbazal y el matorral mediante ganado o herbívoros silvestres, en cuyo caso retrasaremos un poco la formación de suelo, pero en contrapartida obtendremos desde el principio buenos niveles de rentabilidad. En un tercer supuesto podemos decidir el aprovechamiento directo de las hierbas y matas del monte bajo: En general la producción principal del primer año será de cereales y legumbres de secano. Normalmente éstas decaerán ya en el segundo y se verán sustituidas por verdura nitrófila comestible; bianual primero y perenne después; y pasados tres o cuatro años el papel principal empezará a corresponder al pastizal de invierno o al matorral. En la mayoría de los casos es posible optar entre éstos dos últimos, o entre diversas combinaciones de ambos, y también decidir por anticipado la composición de los matorrales para dar preferencia a miel, aromáticas y medicinales, a forrajes o a fibrosas, según convenga... Por lo que se refiere a árboles y arbustos, hay que distinguir entre especies pioneras y definitivas, o de la clímax: Las primeras son de crecimiento rápido, soportan mejor la sequía y la escasez de suelo orgánico, suelen crecer más que las definitivas, entre ellas no hay muchos frutales y sus producciones de referencia son maderas de baja calidad y leña. Las de la clímax son más delicadas tanto en sus requerimientos de humedad como de suelo, crecen más despacio, no se hacen tan grandes, muchas de ellas dan frutos comestibles, así como maderas de calidad y leña que puede utilizarse para hacer buen carbón vegetal. Las pioneras facilitan el desarrollo de las definitivas al aportar hojarasca al suelo, sombrear y cortar vientos. Por lo tanto conviene plantarlas varios años antes que las clímax y talarlas cuando éstas últimas entren en producción, dejando alrededor del diez por ciento para funciones ambientales y paisajísticas.
En dehesas esteparias o sabanas forestales semiáridas y secas, es posible realizar cultivos itinerantes de hortalizas, cereales y legumbres de invierno en secano, y también de verano si se dispone de suficientes recursos de riego. Las siembras se hacen mediante métodos e instrumentos que no remuevan el suelo después de haber segado a ras los herbazales espontáneos y, en caso necesario, haber podado los matorrales existentes. Los materiales así obtenidos que no sean directamente aprovechables se emplean para cubrir el suelo y, en su caso, mejorar el rendimiento del riego. Éste no sólo facilita los cultivos de temporada, también contribuye al desarrollo y producción de los árboles y arbustos frutales que ya ocupasen el lugar, así como de otros que hayan sido plantados para la ocasión, de forma que una vez que se haya extraído cosecha durante una o dos temporadas, y se de por acabada la intervención para ir a hacer algo parecido en otro emplazamiento próximo, el lugar quede en mejores condiciones de biomasa y producción.
En huertos regados, el trabajo permacultural sigue un patrón de sucesión progresiva parecido al del secano, pero existen variaciones importantes que tienen que ver con el margen de maniobra que da una mayor productividad por superficie: Ésta permite rentabilizar más las inversiones de trabajo, materiales y energía, y elevar notablemente la intensidad de intervención... La reconversión de un huerto convencional a permacultivo puede tomarse como caso de referencia: En la mayoría de las ocasiones no resultará necesario realizar la última labrada, y será ventajoso instalar artificialmente un suelo orgánico plenamente funcional. Esto se consigue poniendo sobre el terreno una capa de paja de dos o tres centímetros y, si la tierra estuviera muy empobrecida, una capa de estiércol no muy reciente de alrededor de un centímetro de espesor entre la paja y la tierra. También suele utilizarse turba o compost para esta capa intermedia. Se pueden hacer siembras directas en el suelo orgánico recién creado pero también poner plantones de vivero, y son muchas las circunstancias que aconsejarían una u otra cosa en cada caso concreto... La distribución de las plantas en superficie y en altura es muy importante: Hay que diseñar caminos que permitan acceder a todos los rincones del huerto sin tener que andar pisoteando superficie de cultivo, conviene agrupar las plantas en comunidades coherentes; juntando aquellas que tengan parecidos requerimientos de humedad, temperatura y otros factores ambientales; y disponerlas de forma que puedan establecer relaciones de mutuo apoyo o, al menos, que no compitan entre sí de manera excluyente, para ocupar así todo el espacio disponible y aprovecharlo al máximo. También habrá que organizar las plantas y comunidades de plantas en el tiempo; es decir, tendremos que programar y gestionar sucesiones, y son muchas las estrategias que pueden ser aplicadas.
En un campo o huerto convencional, entre labrada y labrada, proliferan fuera de control gran variedad de hierbas espontáneas, tanto anuales y como perennes, que se benefician de las condiciones creadas al remover la tierra: Una exagerada abundancia de nitrógeno soluble y otros nutrientes... Cuando empezamos la reconversión al permacultivo, estas hierbas espontáneas siguen creciendo explosivamente durante dos o tres años. Para gestionarlas de la forma más adecuada, conviene tener en cuenta que muchas de ellas, a pesar de su mala fama son comestibles. Otras pueden darse como forraje a conejos y gallinas, e incluso las que no valgan ni para lo uno ni para lo otro, o existan en exceso, pueden ser segadas o arrancadas según convenga, y añadidas al suelo orgánico superficial. En un huerto permacultural; como en cualquier otro ecosistema equilibrado; el nitrógeno y los demás nutrientes han de estar a buen recaudo, en formas orgánicas insolubles, desde las que habrán de entrar en circulación solo en tiempo cálido y húmedo, cuando se activan los animales y microorganismos del suelo para descomponer la materia orgánica, así como las plantas que han de aprovecharlos. De este modo se evitan pérdidas de nutrientes, que en cultivos convencionales son arrastrados por el agua hasta capas profundas del terreno, fuera del alcance de las plantas... Un suelo orgánico desarrollado, con gran abundancia de nutrientes pero bien sujetos, conviene a una gran mayoría de especies vegetales de cultivo. No así a las hierbas nitrófilas espontáneas, que van perdiendo encaje a medida que el suelo orgánico crece, y los nutrientes son retirados de la circulación y atesorados. Además es posible cortarles camino cerrando y completando totalmente las comunidades vegetales con plantas de cultivo, de forma que no quede hueco alguno en el que se puedan instalar.
En un huerto de permacultivo planteado como tal para largo plazo, la sucesión progresiva arranca con la verdura anual más dependiente del nitrógeno, pasa en seguida a otra también anual aunque menos nitrófila; fase en la que pueden jugar un papel importante las legumbres y algunos cereales; y de ésta a herbáceas perennes y matas. Luego es tiempo de los arbustos y árboles frutales, que dan al ecosistema su forma definitiva como bosque de alimentos. Los plazos pueden acortarse sensiblemente si en lugar de ir introduciendo especies en temporadas sucesivas se planta todo o casi todo al principio, según un buen diseño de organización del espacio y unas previsiones de sucesión ajustadas a las condiciones del caso. También acelera las cosas la plantación de árboles pioneros resistentes y de crecimiento rápido, en patrón muy abierto, de forma que sombreen y humedezcan el lugar sin estorbar por ello a las demás plantas: En cinco o seis años el bosque comestible puede estar ya configurado, y a los ocho o diez encontrarse en producción... A medida que el ecosistema se acerca a su fase clímax la problemática se invierte, y la cuestión a resolver es cómo podríamos seguir disponiendo de verdura y otros productos, correspondientes a etapas sucesionales menos avanzadas. Esto debe preverse ya en la fase inicial del diseño: Conviene dejar claros entre el arbolado a tal efecto, así como organizarlos de forma que los árboles que enmarquen los huertos herbáceos permanentes cumplan funciones útiles para éstos, tales como sombrear parcialmente en verano, dejar pasar la luz en invierno, cortar vientos fríos en esta misma estación o sostener la productividad, aportando hojarasca que compense aquellas intervenciones degradativas que nos veamos en obligación de realizar.
Entre las muchas diferencias que existen entre huertos agrícolas y permacultivos intensivos hay una fundamental que las resume a todas: Mientras que los primeros movilizan principalmente energía, trabajo y materias primas de origen industrial, los segundos ponen en primer plano la información. Esto facilita cortar dependencias costosas y reorientar los métodos de producción hacia energías renovables y materiales baratos disponibles en el entorno, así como disminuir drásticamente las necesidades de trabajo humano. En consecuencia, los trabajos diferenciados de cada permacultora y permacultor son un capital de información acumulativo y un recurso fundamental para quienes comienzan un nuevo proyecto... Masanobu Fukuoka; de Japón, precursor reconocido del permacultivo; propuso un método de siembra sencillo y eficaz que consiste en amasar bolas de arcilla con estiércol y las semillas que convengan a cada ocasión. Es en realidad algo pensado para facilitarnos las cosas a lxs permacultorxs comunes y corrientes que él no lo solía emplear: Era capaz de elegir los momentos con tal precisión, que sembraba a voleo de forma que a las hormigas y otros animales no les daba tiempo a comerse las semillas... Bill Mollison, de Australia; fundador del movimiento internacional de la permacultura; propone utilizar gallinas, cerdos y otros animales para cerrar ciclos de cultivo de hortalizas de varios años: Una explotación intensa pero regulada del terreno, crea condiciones adecuadas para nuevas siembras de verdura nitrófila. David Holmgren, que junto a Mollison sentó las bases teóricas y prácticas del diseño permacultural, organiza sus huertos más intensivos combinando técnicas de permacultivo con los complejos procedimientos de la escuela biodinámica. Emilia Espinosa; de Toulouse, también conocida como E. Hazelip; estudió las sucesiones cíclicas en herbazales nitrófilos mediterráneos, y dejó establecidos minuciosos protocolos de rotación de hortalizas en huertos de autoconsumo, que son reemplazadas por especies distintas, una a una, cada vez que se las recolecta. Su método se basa en las necesidades diferenciadas de nutrientes de cada especie y grupo de especies. Richard Wade; de Permacultura Monsant, en Tarragona; ha desarrollado y propuesto, entre otros muchos diseños, ingeniosos métodos de siega de cultivos cerealistas que recortan a la altura justa las espigas, de forma que una generación de legumbres, ya en marcha, no se vea afectada. Mavi Arroyo, de Madrid y Guadalajara, y Eva Marín, de Sucina; en la cuenca del Mar Menor; han experimentado durante los últimos años con permacultivos intensivos, y han observado y descrito procesos de autosiembra en varias especies de hortalizas. También formas en que éstas se organizan espontáneamente en comunidades semiestables, y resultados tan espontáneos como eficaces de control biológico de plagas. Manuel Gener, en Sierra de Segura, utiliza técnicas de acolchado y diversos patrones de asociación y rotación en parcelas de cultivo que se encuentran enmarcadas en ecosistema maduro y en estrecho contacto con él. Éste último actúa como factor de estabilización para todo el conjunto y los resultados son altamente satisfactorios.
En A.C. Fuentevieja y Ecology4Economy venimos trabajando para poner en formato técnico los datos que proporciona la ecología científica, de forma que éstos puedan ser utilizados eficazmente en todo tipo de proyectos permaculturales. Hemos desarrollado métodos de recogida y procesado de información que permiten identificar y describir la más amplia gama de variantes de marco ambiental. Tales métodos pueden ser aplicados a coste mínimo, ya que se basan en consultas documentales y en técnicas de interpretación de paisajes, eludiendo en la medida de lo posible costosas pruebas de laboratorio. Hemos reajustado y completado tablas detalladas de correspondencia entre variantes ambientales y comunidades vegetales; tanto clímax como pioneras e intermedias en los diferentes procesos de sucesión; con descripción pormenorizada de los factores que las determinan y condicionan. También investigamos equivalencias de sustitución entre plantas silvestres y de cultivo... Por preferencias y circunstancias hemos centrado nuestra investigación en reconstrucción de ecosistemas extensos: Lo que en permacultura se conoce como trabajos de zona-3, en agronomía como mejora del secano y en conservación de la biodiversidad como rewilding o reasilvestramiento. Esto hace de la dinámica de sucesiones uno de nuestros centros de interés preferente... Los modelos teóricos que elaboramos y manejamos al respecto están a disposición de quienes hayan decidido avanzar por los caminos de la permacultura. Recíprocamente, consideramos recursos fundamentales todos lo datos que nos puedan ser aportados desde experiencias e iniciativas concretas. Especialmente desde aquellas que tengan como eje los huertos permaculturales intensivos... Muchas gracias.
Comentarios
28.10 | 23:39
Me ha encantado , ya hablaremos cuando tengas tiempo
06.09 | 00:08
matrix agroganadero, jajaja, toda la razóm. La natura siempre se organi...
01.08 | 10:49
Hola Carmen soy Antonia, quisiera me metas en el grupo de whatsap...
12.10 | 07:31
Increíblemente interesante, voy a estudiarlo en detalle. Gracias.