Estamos muy lejos todavía de comprender en su totalidad que determinados actividades como la agricultura y la ganadería, por muy ecológicas que sean, son incompatibles con la conservación de la biodiversidad y que en la gestión sostenible de los ecosistemas sobran parches y remiendos. Es necesario un nuevo planteamiento en la restauración, gestión y ordenamiento del territorio donde la actividad económica esté integrada en y por el ecosistema y revierta principalmente en la población local.