"Los reajustes ecosistémico debidos al calentamiento global empezaron hace ya unas cuantas decadas. A principios de los ochenta hubo una oleada de pánico por que morían montones de robles marcescentes "a causa" de ni sé ni me importa qué agente patógeno, plaga o controlador... Luego se vio que los marcescentes perdía nicho en favor de Q. rotundifolia y Q. suber por el calor. Veintitantos años más tarde los Quercus caducifolios pierden nicho en los límites mediterráneos de su distribución y los marcescentes los desplazan. Por el otro lado, en el ecotono seco y semiárido, Q. rotundifolia y P. halepensis ceden terreno ante las garrigas de lentisco, coscoja, espino negro y otros grandes arbustos... En otros casos, lejos de las fronteras el proceso es distinto y hay sucesión: Los pinares se debilitan ante el asalto de la vegetación titular... Tenemos un problema: Los cambios se aceleran y gestionarlos va a ser cada vez más complejos, y las tareas de gestión serán cada vez más difíciles. Pero ya queda claro que hay un camino por el que no se va a ninguna parte: Pelear en batallas perdidas... El sistema de directivas-proyectitos subvenciones no da para más: Aquí lo que falta es planificación y durección."
J. Ramón Rosell