El litoral bajo es una frontera imprecisa en la que se entremezclan el mar y la tierra, las aguas dulces y las saladas, ambientes acuáticos ricos en oxígeno con otros donde incluso tienen lugar fermentaciones
anaerobias, sustratos de grava y arena con limos y arcillas de escasa permeabilidad, zonas que permanecen inundadas de forma permanente con las que siempre son tierra firme y aquellas que cambian de un estado al otro al ritmo de las estaciones... Contiene
por lo tanto un amplio catálogo de situaciones ambientales diferenciadas, con sus correspondientes comunidades vegetales y dinámicas de sucesión, las cuales pueden ser utilizadas como patrones de referencia para diseñar ecosistemas
productivos adaptados a una amplia gama de supuestos de riego, concentración de sales y fertilización entre otros factores cruzados: Hay herbazales anuales y perennes de varios tipos, formaciones de crasas leñosas y matas desecables, así
como vegetación arbustiva con cañas, carrizos y tarays entre otras plantas... Por sus características de partida, hablamos de comunidades con una clara vocación forrajera, aunque también pueden ser destinadas a obtención
de energía, o suministrar diversos productos vegetales con carácter más específico.