¿Vamos hacia el desastre...?

Artículo de R. Jensen, profesor de periodismo en la Unicersidad de Austin, Tejas, EEUU.

"¿Están estresados y ansiosos por la vida en una sociedad rota en un planeta estresado?Apenas nos puede sorprender: la Vida tal y como la conocemos está a punto de acabarse. Mientras que la cultura dominante alienta la negación disfuncional-tómate una pastilla, vete de compras, encuentra tu paz y felicidad- hay una aproximación con más sentido común: acepta la ansiedad, abraza la angustia más profunda, deja que te envuelva- y entonces ponte apocalíptico.

Estamos asistiendo pasivamente a una múltiple cascada de crisis ecológicas, luchando contra instituciones políticas y económicas que son incapaces incluso de reconocer, no digamos ya de afrontar, las amenazas a la familia humana y del resto del mundo viviente. Estamos intensificando un asalto sobre los ecosistemas en los que vivimos, minando la habilidad de ese mundo viviente para sostener una presencia humana en el futuro a largo plazo. Cuando todo el planeta oscurece, tratar de ver el lado positivo no es una virtud sino un signo de irracionalidad.

En estas circunstancias, la ansiedad es racional y la angustia es saludable, son signos no de debilidad sino de valor y coraje. Una profunda tristeza por lo que estamos perdiendo- y por lo que ya hemos perdido, quizá para no poder recuperarlo nunca- es apropiada. En vez de reprimir estas emociones podemos afrontarlas, no como individuos aislados sino colectivamente, no solo por nuestra salud mental sino para aumentar nuestra efectividad al organizarnos en aras de la justicia social y la sostenibilidad ecológica que todavía están a nuestro alcance. Una vez que nos hayamos trabajado estas reacciones, entonces nos podemos poner apocalípticos y ponernos a trabajar de verdad.

Quizá suene extraño, puesto que de forma rutinaria se nos aconseja superar nuestros temores y no ceder ante la desesperación. Promover el apocalipticismo puede parecer incluso más extraño, dada la existencia de asociaciones de reaccionarios religiosos del "fin de los tiempos" y supervivientólogos catastrofistas seglares. La gente con sensibilidad crítica, aquellos a los que nos conciernen la justicia y la sostenibilidad, nos consideramos realistas y menos propensos a caer en fantasías teológicas o de ficción.

Muchos asocian el "apocalipsis" con las consignas envolventes que salen de algunas interpretaciones del libro cristiano de Revelación (Apocalipsis de Juan), pero baste recordar que el significado original de la palabra no es el "fin del mundo". Revelación en latín y apocalipsis del griego significan ambos un levantar el velo, mostrar algo que estaba escondido, un ver claro. Apocalípticamente hablando, pues, en este sentido, puede ahondar nuestra comprensión de la crisis y ayudarnos a ver a través de muchas falsas percepciones que los poderosos y las instituciones fabrican.

Pero hay un final que tenemos que afrontar. Una vez que hayamos afrontado de verdad la crisis, entonces podremos tratar acerca de qué se está acabando- no el mundo, sino los sistemas que actualmente estructuran nuestras vidas. La vida tal como la conocemos, sí que se está acercando a su fin.

Empecemos con las ilusiones:

Algunos cuentos que nos hemos contado- proclamas de blancos, hombres o cuidadanos estadounidenses - de que la dominación es natural y apropiada- son relativamente fácil de desbancar (aunque muchos se aferran a ellos) Otras declaraciones ilusorias- tales como que el capitalismo es compatible con principios morales básicos, democracia plena, y sostenibilidad ecológica- requieren más esfuerzo para dejarlas a un lado (quizá porque parece no haber alternativa).

Pero todavía más duro de quitarse de enmedio puede ser la percepción ilusoria central de la economía industrial extractiva mundial: que consiste en que podremos mantener una presencia humana a largo plazo sobre este planeta al ritmo de consumo que lleva el Primer Mundo. La tarea para aquellos con sensibilidad crítica no es simplemente plantar resistencia ante normas sociales opresivas y autoridad ilegítima, sino proclamar una simple verdad que casi nadie quiere reconocer: la vida de alto gasto energético/alta tecnología de las sociedades avanzadas es un callejón sin salida. No podemos predecir con precisión como la competición por los recursos y la y degradación ecológica afectarán las próximas décadas pero es un ecocidio tratar el planeta nada más que como una mina de la que extraer y un territorio en el que descargar la mercancía.

No podemos estar seguros del momento en que terminará el partido, pero el partido ha terminado.

¿Suena esto histriónico? ¿Excesivamente alarmista? Observen cualquier medida crucial sobre la salud de la ecosfera en la que vivimos- explotación de acuíferos, pérdida de suelo superficial, contaminación química, toxicidad aumentada en nuestros organismos y la reducción progresiva de la biodiversidad- y háganse una simple pregunta: ¿A dónde vamos?

Recuerden también que vivimos en un mundo basado en el petróleo que está agotando rápidamente el petróleo barato y fácilmente accesible, lo cual quiere decir que afrontamos una reconfiguración de la infraestructura que sostiene la vida cotidiana actual. Mientras tanto la desesperación para evitar la reconfiguración nos ha traído a la era de la "energía extrema", utilizando cada vez tecnologías más peligrosas y destructivas (fractura hidrológica, perforación hasta aguas profundas, extracción de carbón a gran altitud, extracción en arenas alquitranadas)

Oh, ¿Se me ha olvidado mencionar la innegable trayectoria del calentamiento global/cambioclimático/disrrupción climática?

Los científicos están hablando estos días de puntos espinosos sobre el planeta y de como la actividad humana está empujando a la Tierra más allá de sus límites. Recientemente 22 científicos de renombre han advertido que los humanos estamos forzando una transición crítica a escala planetaria "con el potencial de transformar la Tierra rápidamente y de forma irreversible hacia un estado desconocido en la experiencia humana", lo cual significa que "los recursos biológicos que damos por garantizados actualmente podrían estar sujetos a transformaciones rápidas e impredecibles en el plazo de unas pocas generaciones humanas."

Esa conclusión es el producto de la ciencia y el sentido común, no de creencias sobrenaturales ni de teorías conspiranoicas. Las implicaciones sociopolíticas están claras. No hay solución a nuestros problemas si insistimos en mantener la existencia actual del mundo industrializado (y deseada por muchos que actualmente están excluidas de ella) basada en la alta potencia energética y tecnológica. Muchos tozudos que están deseando coger el desafío de otros sistemas opresivos se aferran a este estilo de vida. El crítico F. Jameson ha escrito, "Es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo", pero eso solo es parte del problema - para algunos, puede ser más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del aire acondicionado.

Sí que vivimos en el final de los timepos, de alguna forma. No el fin del mundo - el planeta seguirá estando con o sin nosotros - pero el fin de los sistemas humanos que estructuran nuestra política, nuestra economía y nuestra vida social. El "Apocalipsis"no va necesariamente de fantasiosos rescates celestiales o de guión de tipos duros (N.T. léase Mad Max); ponerse apocalíptico significa ver claro y comprometerse con valores básicos.

Nunca en la historia de la humanidad las catástrofes potenciales han sido tan globales; nunca antes las crisis sociales y ecológicas a esta escala han sido una amenaza al mismo tiempo...

Primero, debemos reafirmar el valor de nuestro trabajo por la justicia y la sostenibilidad, incluso aunque no hay garantías de que podamos cambiar el desastroso curso de la sociedad contemporánea. Cogemos proyectos que sabemos que pueden fracasar porque es lo que hay que hacer, y al hacerlo creamos nuevas posibilades para nosotros y para el mundo. De igual forma que sabemos que algún día moriremos y aún así nos levantamos de la cama todos los días, una recapitulación honesta de la realidad del planeta no tiene por qué paralizarnos....

Dejemos pues dichos ya desgastados como que "Los americanos harán lo correcto si saben la verdad", o "Movimientos sociales del pasado prueban que lo imposible puede suceder". No hay ninguna evidencia de que la toma de conciencia sobre la injusticia llevará automáticamente a los ciudadanos de EEUU, o a cualesquiera, a corregirla. Cuando la gente cree que la injusticia es necesaria para mantener su confort material, hay quienes aceptan esas condiciones sin queja alguna.

Los movimientos sociales antirracistas, antisexistas (N.T. me niego a hablar de género) y progresistas en materia de sexualidad han tenido éxito en cambiar leyes y prácticas opresivas, y en menor grado en cambiar creencias profundamente arraigadas. Pero los movimientos más célebres, como los que han luchado por los derechos civiles, operaban en una cultura que asumía un proceso continuo de expansión económica.

Vivimos ahora en una época de contracción permanente - va a haber menos, no más, de todo. Presionar a un grupo dominante para que ceda algunos privilegios cuando hay expectativas de abundancia sin límites es un proyecto muy diferente de hacerlo cuando hay una competencia intensificada por los recursos. Eso no quiere decir que no se pueda hacer nada por avanzar en justicia y sostenibilidad, solo que no deberíamos ser demasiado elocuentes acerca de la inevitabilidad del proceso de contracción.

Otro argumento: la necesidad es la madre de la inventiva. Durante la era industrial, los humanos explotando nuevos suministros de energía concentrada han generado una innovación tecnológica sin precedentes en poco tiempo. Pero no hay ninguna garantía de que haya soluciones tecnológicas a todos nuestros problemas; vivimos en un sistema que tiene límites físicos, y las evidencias sugieren que estamos cerca de esos límites. El fundamentalismo tecnológico - la casi-religiosa creencia de que el uso de tecnología avanzada siempre es el apropiado, y que cualquier problema causado por las consecuencias no intencionadas se pueden remediar con más tecnología - es una promesa tan hueca como cualquier otro fundamentalismo.

Y si todo esto parece más de lo que uno pueda soportar, es porque es así. Estamos afrontando desafíos nuevos y cada vez más expansivos. Nunca antes en la historia de la humanidad las catástrofes potenciales han sido tan globales; nunca antes la crisis ecológica y social de esta escala han sido una amenaza simultánea; nunca antes hemos tenido tanta información sobre las amenazas con las que tenemos que lidiar.

Es facil encubrir nuestra incapacidad para afrontar esto proyectándolo en los demás. Cuando alguien me dice "Estoy de acuerdo con su aseveración, pero la gente no lo puede asumir", lo que entiendo que realmente me están diciendo es "No lo puedo asumir". Pero asumirlo y manejarlo es, en definitiva, la única opción razonable.

Los políticos al uso continuarán protegiendo los sistemas de poder existentes, los ejecutivos corporativos continuarán maximizando los beneficios sin preocupación alguna, y la mayoría de la gente continuará evitando estas cuestiones. Es tarea de la gente con una sensibilidad crítica - aquellos que de forma consistente hablan en favor de la justicia y la sostenibilidad, incluso cuando es difícil- de no echarse para atrás simplemente porque el mundo es cada vez más ominoso.

Adoptar este marco de trabajo como referencia no significa separarse de la sociedad actual o abandonar proyectos que busquen un mundo más justo dentro de los sistemas existentes. Soy profesor en una universidad que no comparte mis valores o mi análisis, sin embargo continúo enseñando. En mi comunidad, formo parte de un grupo que ayuda a la gente a crear cooperativas de trabajadores que operarán dentro de un sistema capitalista que considero un callejón sin salida. Pertenezco a una congregación que lucha por radicalizar el cristianismo mientras formamos parte de una denominación cauta, a menudo cobarde.

Soy apocalíptico, pero no me interesa la retórica vacía de momentos revolucionarios pasados. Sí, necesitamos una revolución - muchas revoluciones - pero la estrategia todavía no está clara. Así que, mientras trabajamos pacientemente en proyectos reformistas, podemos continuar ofreciendo un análisis radical y experimentar nuevas formas de trabajar juntos. Mientras nos ocupamos en la educación y en la organización comunitaria con objetivos inmediatos modestos, podemos contribuir a reforzar las redes e instituciones que puedan constituir la base para el cambio más radical que necesitamos. En estos espacios todavía podemos articular, y vivir, los valores de la solidaridad y equidad que son siempre esenciales.

Adoptar una visión apocalíptica del mundo no es abandonar la esperanza sino apostar por la vida. Como dijo J. Baldwin hace décadas, debemos recordar que la vida es peligrosa y que sin esa aceptación serena del peligro, nunca habrá seguridad para nadie, en nigún sitio. Evitando la cruda realidad del momento histórico que vivimos no nos va a ofecer seguridad, minamos el potencial en las luchas por la justicia y la sostenibilidad. "No todo lo que se afronta se puede cambiar; pero no se puede cambiar nada hasta que se afronta." Es momento de ponerse apocalíptico, o quitarse de enmedio.

Comentarios

28.10 | 23:39

Me ha encantado , ya hablaremos cuando tengas tiempo

06.09 | 00:08

matrix agroganadero, jajaja, toda la razóm. La natura siempre se organizó a si misma para todo lo que cayera al suelo se aprovechara.

01.08 | 10:49

Hola Carmen soy Antonia, quisiera me metas en el grupo de whatsapp con el 699769996 el frances lo he dado de baja.
Muchad Gracias.

12.10 | 07:31

Increíblemente interesante, voy a estudiarlo en detalle. Gracias.