"Con más 2.700 especies biológicas que desaparecen cada año, es evidente que estamos perdiendo la batalla por la conservación de la biodiversidad, y que urge un cambio de estrategia: La opción más efectiva y radical sería poner en marcha sistemas productivos que se apoyen directamente en la biodiversidad local y, por lo tanto, se comprometan de forma activa en su protección y su uso sostenible. Chocamos en esto con la tradición agroganadera, cuyo "paradigma" consiste precisamente en arrasar la biodiversidad y la complejidad naturales de cada sitio, sustituirla por la ridícula simplonería de los campos labrados y pasar el resto de la vida haciendo cuanto sea menester para que no se reconstruya. Cada vez me convenzo más de que este choque va a ser inevitable: No veo futuro para la revolución tecnoecológica si el sistema agroganadero no es derrotado ya , y por goleada, en la arena misma del mercado y al más puro estilo ultraliberal. Y no sólo me refiero a los sistemas de monocultivo industrializado, también y con más razón a las éticas y estéticas "ecológicas" ésas, que ofrecen el reton-no a la agroganadería preindustrial como alternativa a la crisis y cuya capacidad para generar delirio, confusión y despiste puede resultar ilimitada... Las técnicas de permacultura y rewilding, y la puesta en valor de servicios ecosistémicos diversos son las cartas fundamentales a jugar en esta partida, y por cuestiones estructurales sólo están en uno de los dos bandos. En ambos operan la energía barata; que pese a alucinaciones pasajeras lo será cada vez menos; y los incentivos institucionales. Aunque buena parte de éstos son dedicados a proyectos medioambientales escasitos de fuste, cuyo dispendio irá en imparable decadencia. Eso sin contar con que el dicho grifo podría cerrarse de golpe si se siguen destapando escandaleras al respecto... En resumen: Que la cosa amenaza con ponerse estimulante."
J.Ramon Rosell