"Resulta absolutamente demencial, absurdo, manipulador y jilipollesco poner en boca de un chamán amerindio el delirio psicótico del bien y el mal, y además en unos términos que darían certificado de objetividad a una de las ideologías más desquiciadas y nefastas de la historia de Europa: El catarismo... Todo chamán sabe que es una cuestión de niveles, y que nuestras pulsiones básicas son necesarias, por que la vida ni es un jardín de buen rollito ni lo va a ser nunca: Autodefensa, posesión del territorio y control de sus contenidos, protección de vínculos personales, confrontación con competidores, adversarios y enemigos, refuerzo sexual y todo lo demás, resultan imprescindibles para mantenernos vivos, en buena salud y con la situación controlada... Y entonces; sólo entonces; llega el momento de la generosidad, la simpatía y la armonía comunitaria... Pero mutua y correspondida por que si no se rompe la baraja y vuelta a empezar... Háblenle ustedes a las sociedades tribales de Norteamérica y Siberia de dejadez altruista, de ultrapacifismos y de rollos maniqueos... ¡Por favor!"
J. Ramón Rosell