Los árboles caducifolios típicos necesitan una delimitación bastante clara de los períodos estacionales; frío y cálido; y se ven muy perjudicados por las heladas extemporáneas. Algunos pueden resistirlas a costa de reducir su período de actividad y prolongar el tiempo que pasan desprovistos de hojas, pero esto da margen competitivo a las coníferas, y se forman masas mixtas de diferente composición. Algunas coníferas soportan también la escasez de humedad durante el verano, lo que ya les otorga clara dominancia. El límite altitudinal de los árboles viene determinado por temperaturas que ya ni las especies más resistentes aguantan. Se llega así hasta prados de montaña o a tundras de matorral, según el verano sea más o menos húmedo, atravesando una franja de transición con arbolado difuso y de garrigas en general abiertas.