SIN PETRÓLEO


PREVISIONES POSTINDUSTRIALES
E INGENIERÍA ECOSISTÉMICA.

 


Al considerar asuntos socioeconómicos de primera importancia no es posible entender lo que sucede; y menos aún afrontarlo con eficacia; sin tomar como referencia dos recursos teóricos fundamentales y cuya puesta a punto es, al parecer, algo demasiado reciente: Uno es la Termodinámica. El otro la aplicación de esta rama de la física a los sistemas biológicos, cuyos mayores avances se hayan inscritos en el desarrollo de la Teoría de los Sistemas Generales.

 

El estudio de la más variada gama de ecosistemas complejos; incluidas sociedades, culturas y civilizaciones del pasado; ha permitido construir modelos teóricos ajustados y fiables de los patrones sucesionales, según los cuales se sustituyen diferentes tipos de estructuras, así como los factores externos e internos que determinan estas transformaciones. Ha sido posible así establecer tres enunciados básicos, que resumen tendencias generales de los ecosistemas:

 

-Incorporar la máxima potencia, entendida esta en su sentido físico; es decir, cantidad de energía por unidad de tiempo.

-Desarrollar la máxima biomasa; o masa estructurada; de una forma más general, al referirnos también a culturas tecnológicas y civilizaciones.

-Alcanzar y mantener la mayor cota posible de estabilidad cuantitativa.

 

En perspectivas generales cada una de éstas tendencias representa una etapa sucesional en el desarrollo y maduración de cualquier ecosistema, de forma que la primera precede a la segunda, ésta a la tercera, y las dos últimas sólo entran a funcionar cuando su precedente respectiva ha agotado recorrido. La transición de la primera a la segunda viene determinada por haberse alcanzado la potencia límite, y consiste en una multiplicación generalizada de la eficiencia; entendida ésta como unidad de masa estructurada por unidad de potencia. La transición de la segunda a la tercera es una diversificación estructural, con el consiguiente aumento de funciones y bucles de retroalimentación y entrelazamiento. De modo que el ecosistema gana resiliencia sin experimentar a la vez crecimiento cuantitativo.

 

Hay que decir sin embargo que algunos ecosistemas; sobre todo los que han evolucionado en marcos ambientales inestables, irregulares en el tiempo o con ciclos de frecuencia larga; han desarrollado lo que se conoce como “impedancia activa”. Es decir, la capacidad para bloquear procesos de desarrollo, de forma que nunca se alcance ni la potencia límite ni el máximo de masa estructurada, y lo hacen desplegando recursos de información genéticamente codificados en sus especies dominantes... Contradicen así la recurrente afirmación liberal de que “todos los ecosistemas de éste planeta son economías puras de mercado”: Al menos en estos casos es posible hablar de control especializado, previsión y planificación, que priman la estabilidad para escapar a ciclos catastróficos de carga y descarga.

 

Es posible definir el término “industria” de muy diversas formas: Hay incluso quien se refiere como “industria lítica” a la fabricación de armas y herramientas de piedra en la Prehistoria, y tanbién como "industrial" a la actividad manufacturera que, en la Antigüedad, determinó la expansión de las culturas griega y fenicia. Pero parece más ajustado reservar “industria”, “industrial” e “industrializada” para referirse a sociedades total o parcialmente urbanas, que desarrollan y/o utilizan sistemas tecnológicos movidos por combustibles fósiles y nucleares, y por alguna otra fuente de energía de parecida concentración y potencia.

 

Resulta de gran interés considerar las diferencias que hay entre los sistemas industriales, los correspondientes a las sociedades preindustriales y la inmensa mayoría de los ecosistemas naturales de nuestro planeta. Estos últimos interceptan flujos de energía ya en curso, como la luz del Sol entre otros, es decir: Son movidos por energía cinética. Por el contrario, la civilización industrial explota reservas de energía potencial. Esto condiciona la forma en que se alcanza la potencia límite en cada uno de estos dos casos: En el primero viene fijada por la potencia del flujo que es utilizado y por las capacidades estructurales del propio sistema, que pueden mejorar evolutivamente pero sólo en cierta medida. De forma que la tal potencia límite es a la vez potencia techo, y puede mantenerse constante mientras no haya cambios estructurales internos o externos.

 

En el segundo caso el límite está relacionado con la potencia que hay que invertir; y disipar; para incrementar o sostener cada unidad de potencia utilizable, contando con el agotamiento selectivo y progresivo de las reservas de energía potencial. Y resulta evidente que la potencia límite se alcanzaría mucho antes de que ambos valores se igualaran. Hablamos por ello de potencia pico ya que, a diferencia del caso anterior, una vez alcanzado el valor límite; tras pasar en el mejor de los casos por una corta meseta; el sistema entraría en una etapa de potencia decreciente... Hay un amplio y acalorado debate de expertos a la hora de determinar los valores cuantitativos de potencia pico para la civilización industrial contemporánea; lo que popularmente se conoce como “el cenit del petróleo” o el “peak-oil”; pero la mayoría de los investigadores sostiene que o la hemos alcanzado ya o lo haremos antes de que finalice esta década.

 

Caso de especial interés; por que en gran parte constituye el substrato sobre el que se ha desarrollado la civilización industrial; es el de las culturas y civilizaciones basadas en el sistema agroganadero: Aunque éstas utilizan fundamentalmente la energía solar; un flujo ya en curso y de potencia constante; consumen y dilapidan a la vez la energía potencial contenida en la vegetación madura y en el suelo orgánico acumulado. Elementos éstos fundamentales para sostener la potencia que el sistema es capaz de incorporar vía fotosíntesis... El resultado es también el alcance de una potencia pico, con o sin una meseta consiguiente, y una posterior caída hasta estabilizarse en los niveles correspondientes a lo que conocemos como “desertificación antrópica”, consumada ya en muchas zonas áridas y semiáridas del planeta.

 

La llamada “revolución verde”, o industrialización agraria; que invierte un nutrido flujo de productos industriales en apoyo del campo para garantizar el suministro alimentario de la población, y también el negocio de las corporaciones del sector; ha permitido eludir a corto plazo los efectos de la desertificación antrópica, pero depende de la movilización de energía potencial procedente de combustibles fósiles y nucleares, y no sobrevivirá al agotamiento de las reservas más accesibles y menos costosas. Merece la pena prestar atención a lo que sucede en ecosistemas naturales que experimentan procesos análogos: Los patrones de respuesta habrán de ser también análogos, y de su aplicación rápida y eficaz dependerá que podamos conservar o no los niveles alcanzados en materia de seguridad alimentaria.

 

Diversos ecosistemas acuáticos dominados por organismos filtradores, obtienen gran parte de su potencia de entrada interceptando corrientes de agua rica en plancton y detritos orgánicos, producidos en otros lugares. Por lo tanto desarrollan mucha más masa estructurada que la que correspondería a la potencia obtenida sólo a través de la fotosíntesis. A veces los reajustes de las corrientes de agua determinan fuertes reducciones de estos aportes o incluso su completa desaparición. Se trata de situaciones que pueden ser reproducidas fácilmente de forma experimental... En tales casos sucede una reducción de la masa estructurada que afecta a los organismos filtradores y a los que dependen de ellos de forma directa o indirecta, a la vez que tanto la fotosíntesis como las funciones y estructuras que ésta sostiene, incrementan su potencia relativa y con frecuencia también su potencia absoluta. En los aspectos estructurales del ecosistema, lo más destacable es el acortamiento de los radios de intercambio, y tanto la multiplicación de estructuras diferenciadas y bucles de regulación y control, como la reducción de la escala a la que unas y otras operan: El sistema se reajusta según patrones de localización y miniaturización.

 

La inercia de los sistemas industriales actuales es muy grande, por que son muchas las estructuras socioeconómicas que se han visto reforzadas por la industrialización o han sido directamente producidas por ésta. La inmensa mayoría de ellas tendrán que experimentar drásticos reajustes y algunas desaparecerán o pasarán a situaciones marginales. El liberalismo aboga por la reducción de potencia en todo aquello que considera superfluo, que en líneas generales coincide con lo que no sea interés directo de las clases privilegiadas. Desde posiciones contrarias el compromiso con la cohesión social; que se concreta principalmente en el mantenimiento de servicios públicos y sistemas de asistencia, y en la generación de empleo; tropieza con la cruda realidad de los límites energéticos, a la vez que se deja seducir por perspectivas cada vez más inestables, insostenibles e improbables de crecimiento económico.

 

Aunque marcada por los dientes de sierra en que se traducen las fluctuaciones cíclicas de oferta y demanda, la evolución de los precios de la energía de referencia; es decir, el petróleo; siguen una curva general ascendente, en consecuencia con el incremento de los costes reales de extracción. Así, por ejemplo, en la primavera de 2.008; al haber coincidido al alza estos dos factores durante varias temporadas consecutivas; se desbocó la inflación y empezaron a manifestarse síntomas de colapso económico generalizado. A continuación el sistema rompió por su punto más débil: La fragilidad financiera creada por la proliferación de créditos sin más “garantía” que la propia dinámica inflacionaria: El crecimiento se paralizó, la demanda se contrajo y los precios de la energía empezaron a caer...

 

Actualmente el precio del barril de petróleo alimenta la ilusión de un nuevo período de desarrollo y bonanza que, se matiza, habría de ser “necesariamente ecológico y sostenible”. Éste aliviaría tensiones sociales, y reforzaría estructuras y funciones consideradas imprescindibles e irrenunciables, por agentes sociales y económicos de lo más variado. El problema es que ya no es posible: Pese a toda la cosmética financiera que se ha empleado para hacer ver lo contrario, los costes reales de extracción de hidrocarburos siguen subiendo y, combinados con el incremento de la demanda, darán lugar a un nuevo período de inflación prácticamente incontrolable, cuyas consecuencias a medio plazo es mejor no imaginar con demasiado detalle... Para colmo hay cada vez más indicios de que al menos los “intereses” de la deuda ambiental acumulada durante las cinco o seis últimas décadas, están empezando a ser ejecutados.

 

Sin embargo la aplicación de modelos termodinámicos y sistémicos, como los ya citados, deja claras dos líneas maestras que habría de seguir una política económica encaminada a quebrar la tendencia descrita, aunque de momento ésta última ha de considerarse la más probable:

-Poner en uso las fuentes energéticas renovables más primarias, para instalar y hacer funcionar sistemas tecnológicos consecuentes.

-Acometer la restauración productiva generalizada de los ecosistemas, para incrementar al máximo la potencia útil generada a través de la fotosíntesis.

 

Nada de esto se va a poder hacer sin un monumental esfuerzo previo de adquisición de capacidades en múltiples áreas y niveles. Dado el carácter disperso de las fuentes energéticas a desplegar, resulta evidente que localización y miniaturización serán factores clave para alcanzar objetivos de máxima eficiencia. Puede llamarse “nueva industrialización” al proceso de desarrollo de estas estructuras y funciones; si es que se le supone a dicha denominación ventajas en el terreno de la táctica sociopolítica; pero el coste sería muy alto si, al propagarse dicha expresión, se dejara de percibir y de tener en cuenta que hablamos de algo radicalmente distinto, y absolutamente divergente, respecto a lo que normalmente se entiende por “sistema industrial”...

En la medida en que se haya avanzado por estas nuevas líneas económicas, una hipotética mayoría progresista de gobierno, que hubiera de lidiar con “la próxima crisis”, podría evitar reveses como los sucedidos en el pasado cercano: A fin de cuentas se trataría de proponer e implementar un “nuevo sistema productivo”. Y mejor si esta vez fuese en serio y sobre seguro...

 

ECOLOGY 4 ECONOMY

Mavi Arroyo 15.01.2015 11:49

¡Qué pocas palabras admite esta web en los comentarios! (Mejor, así nos enrollamos ,menos)

Mavi Arroyo 15.01.2015 11:45

Claro, conciso, como siempre. Por ahora veo que se progresa algo en la "nueva industrialización" pero a medio plazo veo todo muy negro.

acfuentevieja@yahoo.es 17.01.2015 09:51

Vienen tiempos interesantes...no cabe duda...¡y hay quienes lo veremos todo bastante menos negro que otr@s!

Comentarios

28.10 | 23:39

Me ha encantado , ya hablaremos cuando tengas tiempo

06.09 | 00:08

matrix agroganadero, jajaja, toda la razóm. La natura siempre se organizó a si misma para todo lo que cayera al suelo se aprovechara.

01.08 | 10:49

Hola Carmen soy Antonia, quisiera me metas en el grupo de whatsapp con el 699769996 el frances lo he dado de baja.
Muchad Gracias.

12.10 | 07:31

Increíblemente interesante, voy a estudiarlo en detalle. Gracias.