Ante tantas emociones, valoraciones éticas y estéticas, conceptos abstractos, generalizaciones, simplificaciones, transferencias, proyecciones, fantasías, fobias y delirios.
Y sobre todo frente actuaciones fundamentadas en todo eso, que con demasiada frecuencia resultan contraproducentes, urge establecer y difundir una metodología eficaz, sencilla y barata, que permita evaluar, una por una, las especies biológicas
que hayan sido y vayan siendo introducidas en lugares ajenos a sus zonas de origen. Ésta debería incluir necesariamente métodos para describir de forma exhaustiva y minuciosa la función de cada una de ellas. Prestando atención;
sobre todo; a su nicho ambiental y a su encaje en diferentes comunidades biológicas, con especial enfoque a las etapas sucesionales en las que participen o puedan participar y las formas concretas en que se inserten en ellas... Y mientras dicha metodología
no esté, hace falta una autoridad nacional, estatal, federal o como se le quiera llamar, que tome el mando en el asunto, se haga respetar y pare en seco activismos autoctonistas de andar por casa. Por más que el ultraliberalismo insista con el
mantra ése de la iniciativa privada, al menos en materia medioambiental; y no sólo en lo que respecta a especies introducidas; el estado no debería limitarse a poner normas: Poco va a ir bien si además no elabora planes, y dirige
su aplicación.
J.Ramon Rosell