El valle de Galifa; en Cartagena de España; se encuentra en la frontera entre los termoclimas termo e inframediterráneo y entra de lleno en el ombroclima semiárido. Cuenta con varios arroyos de escaso
caudal, que se secan casi por completo durante los peores veranos, y dos de ellos entran en zonas pobladas. Sus riberas albergan interesantes cordones forestales en los que se entremezclan especies autóctonas e importadas, cultivadas y espontáneas.
En algunos tramos la vegetación es realmente espectacular. En otros resulta manifiestamente mejorable... En permacultura extensiva damos gran importancia a los marcos ambientales naturales y a las comunidades biológicas correspondientes: Son
como el tema principal, sobre el que introducimos variaciones después de valorar el coste y el beneficio comparativo de éstas últimas. Así que dedicamos tiempo y estudio a describirlas de la forma más ajustada que resulte
posible.
En semiárido no hay condiciones para que se desarrollen auténticos bosque en la matriz del territorio. Los pinares extensos que hay Galifa son en realidad sabanas muy arboladas con un espeso
estrato de lastones y otras hierbas perennes. Y últimamente, debido al calentamiento global, están perdiendo densidad... En terrenos planos, la clímax local es un espinar abierto de palmito, espino negro, esparragueras arbustivas, cornical
y otras especies, sobre cerrillares, espartales o tomillares, según los casos... En laderas soleadas hay varios tipos de matorrales esteparios, y en las más sombreadas, además de los ya referidos pinares sabanoides, hay garrigas de alguilaga
que, como el cornical, pierde el follaje en verano. En terreno estable próximo a los cauces sí que hay nicho para el bosque mediterráneo: No parece que tenga buen encaje la carrasca, quizás debido a las nieblas salinas que varias
veces al año produce el oleaje, y en su lugar habríamos de contar con olivos, algarrobos, coscojas, lentiscos, aladiernos y madroños, entre otras especies siempre verdes. Las de hoja caduca dependen de una mayor persistencia de humedad
en verano, y a la vez sacan ventaja allá donde las temperaturas bajen más en invierno. Las especies naturales más extendidas son los tamariscos, y en algunos lugares hay plantas como la madreselva, que suelen acompañar en las ramblas
al álamo blanco. Además hay numerosos granados, higueras, almendros y jinjoleros que han conseguido naturalizarse... Más hacia el cauce, las crecidas operan como factor destructivo, y las plantas que quieran aprovecharse de la mayor humedad
disponible, han de bregar obligatoriamente con la erosión del agua y con el efecto abrasivo de los materiales que ésta transporta. Es el dominio del baladre que, una vez instalado, se recupera en poco tiempo de los daños que puedan sufrir
sus partes aéreas. Se trata del último gran arbusto perteneciente al grupo de las dicotiledóneas que encontramos al avanzar hacia el eje de los cauces: Los demás son plantas perennes monocotiledóneas, parecidas a gramas gigantes,
cuya capacidad de regeneración es aún mayor. Son la cañavera, la cisca Saccharum; que pertenece al mismo género que la caña de azúcar; el carrizo y la anea. Estas dos últimas tienen muy poca resistencia a la
sequedad y cuando mejor se desarrollan es cuando están parciamente sumergidas en las pozas.
A partir de estas descripciones, lxs permacultorxs diseñamos comunidades vegetales que respondan a nuestros
intereses más básicos, y nos permitan obtener comida, energía y otros muchos productos y servicios, a la vez que restauramos ecosistemas dañados... Utilizamos para ello las correspondencias conocidas entre plantas espontáneas
y de cultivo, de forma que obtengamos el encaje más idóneo, barato y ventajoso para estas últimas: Son las llamadas equivalencias de sustitución. Pero ésa ya es otra historia...