Las subvenciones agrarias son la peor plaga del campo: Enriquecen (aun más) al latifundista. Mientras que al agricultor medio y pequeño los convierten en rentistas pasivos sin capacidad de innovación ni iniciativa empresarial...Así, teniendo a la gente atontaica y sin vínculos económicos directos ni emocionales con el territorio, es fundamental para cuando haya que abrir canteras de tierras raras, de ésas, o acometer cualquier otro desastre de envergadura.